Flagelación
La positiva autoexigencia que siempre ha habido en el barcelonismo se torna nociva cuando desemboca en una insatisfacción permanente. En deporte, la perfección no existe. Cuando el Barça gana siempre hay algo negativo destacable. Que si el partido se ha descontrolado durante 20 minutos, que si Ter Stegen paró mucho, que si se concedieron contras, que si no se dejó la portería a cero. El Barça tiene que pasearse y golear para obtener reconocimiento. Los que pintan de gris al equipo de
Valverde borran la brillantez del 5-1 al Madrid, el 2-4 al Tottenham, el 0-4 al Espanyol, el 4-2 al Sevilla o el 0-5 al Levante. Pero luego ven el City-liverpool (2-1), en el que el equipo de
Guardiola podía decir adiós a la Premier, un partido descontrolado, de toma y daca, en el que pudo ganar cualquiera y todo son elogios: qué emoción, qué épica, qué desorden más maravilloso. A todos les cuesta ganar. Y algunos se flagelan creyendo que vivimos una época hegemónica del Madrid, cuando ha sido el Barça el que ha dominado la última década conquistando 7 Ligas de las últimas 10, por solo 2 de los blancos, sumando 46 puntos más. Y en Champions, cuya competición corta consta de los 7 partidos de eliminatorias, el Barça ha ganado 3 y el Madrid,4, con ayudas arbitrales y sin una gran superioridad. Que con
Valverde no pase lo mismo que con Robson a quien se maltrató, pese a haber ganado 3 títulos, solo por destronar a Núñez . En el Madrid pasa lo contrario, se maltrata a los entrenadores para proteger al presidente, único artífice del fiasco de fichajes de los 2 últimos años: Lopetegui, Vinicius, Rodrygo, Ceballos, Lunin, Odriozola, Theo Hernández, Mariano y Courtois. Solo juega el portero