Mundo Deportivo

El ‘multiusos’ del Dakar

Es Txema Villalobos, copiloto de Isidre Esteve y experiment­ado mecánico

- Fabio Marchi

Txema Villalobos, copiloto de Isidre Esteve en el Repsol Team, tiene el doble de mérito que muchos de sus compañeros que como él, tratarán de guiar a sus pilotos a la meta final del Dakar. A la complejida­d que supondrá el reto de no desviarse del camino en el difícil recorrido de esta edición, íntegra en Perú y casi en su totalidad sobre complejas dunas llenas de trampas, el de Calonge de mar tendrá que actuar de mecánico en solitario.

El hecho de que Esteve no pueda bajarse del coche por su lesión medular hará que, de nuevo, Villalobos tenga que afrontar cualquier avería mecánica o pinchazo sin ayuda, algo que no le asusta y en lo que ha mejorado durante los últimos años como copiloto del de Oliana. “En el momento en que detectamos que hay una rueda pinchada, tardamos un poco en confirmar que sí, porque no lo vemos, y cuando estamos seguros, nos paramos, me quito el arnés, el micrófono que llevamos en el casco, y cojo el mando a distancia y la pistola neumática que usamos para cambiar la rueda”, explica Txema, experto mecánico que desde 1999 prepara coches para el Dakar en su taller.

“Con el mando a distancia levanto el lateral del coche, las dos ruedas, y normalment­e, mientras levanto el coche, ya estoy aflojando la rueda. En una mano acciono el mando, y con la otra, la pistola. Saco la rueda, cojo la nueva de atrás, la cambio y lo vuelvo a bajar”, revela, destacando que “lo hago todo lo rápido que puedo. El tiempo ahí no lo miro, pero Isidre me está cronometra­ndo en el coche. Y cuando entro de nuevo siempre le pregunto.. ¿qué tal lo he hecho? Suelo tardar unos 3 ó 4 minutos”, añade.

“Yo evalúo. Cuando pinchamos siempre le digo, ‘Txema, tranquilo, esto lo vamos a remontar’. Se baja, yo pongo el crono y cuando vuelve a subir al coche siempre le digo: ‘cada día lo hacemos mejor”, comenta entre risas Isidre en un procedimie­nto que ambos destacan que no les hace perder un tiempo clave en carrera.

“Los otros pilotos lo deben hacer en un 1’30 ó 2’, pero al final de la etapa o un rally tan largo ese tiempo no afecta a la clasificac­ión y no es importante. A veces, una avería más grave como la que tuvimos en Marruecos, donde se nos rompieron las palas del ventilador y en la que perdimos 20’, sí que afecta”, recalca.

Txema fue mecánico de Salvador Servià en 2000 y a partir de ese momento continuó preparando coches de carreras, hasta que en 2008 fabricó el coche con el que el ilerdense volvió al Dakar en 2009. “Era el jefe de mecánicos de la empresa en la que lo fabricamos. Cogí confianza con Isidre por las peticiones que me hacía, de que quería que acelerase de esta manera o frenara de la otra. Ese año se llagó y estuvo uno y medio sin hacer nada y luego volvió a emprender el proyecto, empezando por el cojín, que ahora le permite correr sin problemas”, recuerda el catalán, destacando el momento en el que Isidre le sorprendió pidiéndole que probara de copiloto con él en su regreso al Dakar.

“En 2012 me llamó y me dijo ‘¿quieres venir de ‘copi’?’, me preguntó. Yo estaba haciendo un cursillo de fotografía y estaba en la puerta a punto de entrar. Le contesté rápidament­e: ‘¡pues claro que sí!’. Siempre me gustó y ya había hecho de copiloto esporádica­mente. Luego entré en clase pero aquel día no me enteré de mucho, tenía la cabeza en otro sitio”, recuerda Txema.

“’Lo que necesito es que si le pasa algo al coche, que me lo repares y confío mucho en tí’, me dijo Isidre. Me he esforzado en aprender todo. No soy copiloto profesiona­l. Cualquier cosa que pase, intento solucionar­lo, pero ahora que vamos cada vez más rápidos (el coche ha mejorado mucho), se empieza a sentir más la presión y hay que tomar cada vez más decisiones importante­s en menos segundos”, argumenta. Isidre lo eligió por su gran conocimien­to mecánico y porque con sus propias manos ha mejorado el coche a la hora de atacar las dunas. Lo conoce como si fuera su propio hijo. Pero sobre todo, lo eligió por su personalid­ad. Es tranquilo, trabajador, y un gran amigo del ilerdense

En caso de avería, Txema tiene que arreglar el coche solo en pleno desierto

Isidre lo eligió por su conocimien­to, personalid­ad y por ser gran amigo suyo

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FOTO: EFE Txema Villalobos, a la izquierda en un acto previo en Lima, es el copiloto y mecánico de confianza de Isidre Esteve para el Dakar que dio comienzo ayer
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