Cambio de perseguidor
En un partido de “juego espeso”, tal como lo definió Valverde , el Barça cedió en San Mamés el segundo empate consecutivo en las dos últimas jornadas, que permite al Madrid reducir hasta los seis puntos, la diferencia de diez que había entre los dos equipos y con los blancos instalados en la segunda posición. A pesar de los esfuerzos de los comentaristas de la caverna por hacernos creer que la Liga se ha apretado, lo cierto es que matemáticamente los blaugrana, a pesar de este par de tropiezos, han reforzado su liderato, porque la diferencia de cinco puntos que había con el Atleti se ha ampliado a los seis que hay actualmente con el Real Madrid, superada la jornada 23.
Este cambio de perseguidor confiere una trascendencia inesperada al próximo clásico que dentro de tres semanas se jugará el sábado dos de marzo en el Santiago Bernabéu, tan solo tres días después de la vuelta de las semifinales de Copa. En la capital los más rancios contertulios futbolísticos han desenterrado el viejo calificativo del “canguelo” para intentar intimidar al Barça ante el “chute” de ilusión renacida en que se ha instalado el madridismo tras encadenar los de Solari siete victorias consecutivas.
Otra cosa son las sensaciones y tras lo visto ayer en la Catedral, donde Ter Stegen se vistió de santo, con un par de intervenciones que le permitieron a un Barça, romo incapaz en ataque que se estrelló ante el muro defensivo del Athletic, sumar un punto. Y ya se sabe que es mal síntoma que el portero acabe siendo el mejor del equipo y más si en el tuyo juega un tal Messi