Bale oculta el escándalo del VAR
En el fútbol español, y últimamente en el basket, campan las coacciones arbitrales y el uso de la máxima presión mediática. El Real Madrid es campeón de invierno y de verano en aplicar la estrategia del griterío y ‘másters’ de la queja para lograr compensaciones. El Madrid de Florentino, el que nunca habla de los árbitros pero les condiciona, ha conseguido por aplastamiento seguir vivo en la Liga y salvar a Casemiro para el Clásico gracias al empecinamiento de un árbitro que se negó a desdecirse en el imaginario penalti y obstinado en rechazar ayuda acudiendo a la pantalla para no ponerse en evidencia: por ineptitud o jactancia, Iglesias Villanueva quiso que prevaleciera su erróneo criterio contra viento y marea cuando la inmensa mayoría de aficionados habían visto por TV que el misto de Doukouré no rozó al madridista, serio candidato a la zambullida grotesca del año. Todos lo vieron, excepto el lince de Carvajal, quien alegó tener un agudo oído al haber escuchado “la patada a 25 metros”. Doukouré, por cierto, se rompió el cruzado anterior de su rodilla izquierda en el lance, la pierna de apoyo, mientras intentaba despejar con la derecha.
CASI, CASI QUE QUITEN EL VAR. Se decía que serviría para proteger al árbitro, pero el ambiguo y polémico protocolo sirve en realidad para taparse los errores los unos a los otros. Es difícil que un colegiado se corrija a sí mismo. Dicho protocolo les hace un flaco favor porque les permite enrocarse en un fallo humano mientras los de arriba observan las imágenes sin poder intervenir. Para eso no se inventó el VAR y hay que seguir avanzando en minimizar en lo posible todo aquello que es interpretable, motivo de conflictos. Aunque su nivel de aceptación es alto y su utilización ha traído más justicia, ahora se habla más de los árbitros que antes. La suerte en los Clásicos está echada: para el de Copa, Sánchez Martínez, el del 5-1 y Burgos Bengoetxea arriba; y para el de Liga, Hernándezhernández y Mateu Lahoz en la mesa, una mezcla explosiva para un Barça que reiteró su apoyo al VAR pese al gallinero en que lo ha convertido el Madrid