¿Pero no querían la Champions?
El gran objetivo del Barça este año es la orejona y paradójicamente estrena marzo tocando con los dedos de una mano la Liga y de la otra la Copa. Casi sin querer –como la galleta de Ramos a Messi- el equipo de Valverde
se ha plantado en la final de Sevilla. Rotó en los partidos de ida, remó en la vuelta: “Si remontamos bien, si no otro año” confesaba el presi. La jugada salió bien y, por inercia pero sobretodo por eficacia, están en la final.
Se le han visto legañas al Barça en los partidos de poco postín de la Liga. El gran desempeño en los de alfombra roja, el factor Messi
y la irregularidad de los perseguidores dejan la cuarta Liga en cinco años a mano. El paso de gigante llegó en el Clásico y eso que psicológicamente no es fácil afrontar en tres días un partido de máxima rivalidad en campo ajeno. Valverde
supo corregir los errores del partido de Copa -a pesar del extraordinario resultado había mucho por pulir- y presentar un equipo mucho más sólido. La sensación es que el equipo no sufrió demasiado, la realidad es que fue un partido trabajadísimo. Piqué y Lenglet construyeron una muralla infranqueable, Sergi Roberto anuló a Vinicius yel regreso de Arthur contribuyó al orden y control. Al final del partido el Txingurri estaba exultante, el plan surgió efecto. Les dio un merecido descanso a la plantilla tras un doble triunfo histórico y determinante.
La dinámica positiva debe aupar ahora al Barça en Europa sabiendo, eso sí, que sin el mono de trabajo es un equipo vulnerable. Enchufados y arrimando todos el hombro les quedan dedos de la mano para acariciar la tan deseada Champions,