Ir al Bernabéu es una fiesta imparable
Podía haber sido ‘la semana blanca’ como el eslogan de El Corte Inglés. Ha resultado ser la semana culé en blaugrana. Veamos. La presemana empezó con el Barça de basket ganando la Copa, con aquello del ‘instant replay’, bla bla bla. ¿Y dónde fue? En Madrid, OK. A los pocos días, miércoles 27, semifinal de Copa. ¿Dónde? En el Bernabéu. ¿Y cómo fue? 0-3 culé, blaugrana vamos. Dos días después, otra vez al baloncesto, esta vez en el Palau. Otra satisfacción. ¿Cuál va a ser? Pues ganar el Barça en la Euroliga además con la retirada de la camiseta de Navarro. La despedida de un jugador histórico. Otra fiesta.
Al día siguiente, ya volvemos al balompié. También en el Bernabéu. ¿Y qué pasó? Una vez más, el Barça dejó mudos a espectadores y jugadores locales. En realidad, es la combinación y continuará, de una larga etapa, de 10-12 años, que empezó con los Ronaldinho, Xavi, Iniesta, Puyol,
Eto’o, Valdés y siguió con Messi y los actuales y no se sabe cuándo puede acabar si es que puede acabar. El Barça es muy superior en los campeonatos nacionales a cualquier otro equipo. Tiene la misma posición que la Juve en Italia, Bayern en Alemania o PSG en Francia y esta aparente facilidad en el Bernabéu es realmente magnífica y no le encuentro una razón lógica. Nuestros jugadores parecen moverse allí con un dominio de la situación y el juego que, por ejemplo, no tienen o sufren más con adversarios aparentemente más débiles como el Leganés, el Betis o el Sevilla. Los resultados así lo demuestran. No existe una razón clara de por qué se ha llegado a esto. Da la impresión que nuestros futbolistas se encuentran como en su propia casa en el ambiente de banderas y de ánimos a los locales blancos.
Hubo una época, ya hace muchos años, en que el Real, con Di Stéfano, tenía una superioridad en la Liga española. Además de Alfredo, contaban con Puskas, Gento, Santamaría, Kopa, etc. El gran objetivo culé en aquella época era ganarle en su visita a Les Corts y luego en el Camp Nou y casi siempre se conseguía. Poca aspiración pero era lo que se podía hacer en la situación económica y social del Barça. En la visita del Real los jugadores parecían dar el do de pecho y los socios -en aquel momento el carnet era un cartoncito- se iban satisfechos a casa. Al seguidor del Real no le queda ni esta satisfacción.
En esta larga época de triunfos culés se ha visto al señor del bigote aplaudiendo a
Ronaldinho, a muchos otros silbando a nuestros futbolistas por revancha al baño que están viendo, es decir, no solo no ganan la Liga sino que el Barça encima les da un baño en su propia casa. Que siga la tónica y así cada vez que nos toque ir a Madrid estaremos esperando el gran momento. ¿Dónde está el cava?