El “City” uruguayo nació en un lavabo
Los dos fundadores del modesto club apostaron por el nombre de Torque en un WC del puerto de Montevideo
Junto al puerto de Montevideo hay una estructura metálica modernista que recuerda a las viejas estaciones de tren inglesas. Allí funciona desde hace décadas el Mercado del Puerto, el emporio de la barbacoa uruguaya. Turistas y locales se reúnen cada día para rendir culto a kilos y kilos de carne, embutidos y vísceras a la brasa.
En uno de sus lavabos quedó bautizado el club de fútbol más modesto que forma parte del circuito de equipos del City Football Group, dueño del Manchester City y de otros cinco equipos de Estados Unidos, España, Japón, Australia y China.
“Estábamos con Aquino (el primer dueño del club) en el baño. Me
Fundado en 2007 por Raúl Aquino y Marcelo Yarrauche, arrancó sin campo ni uniformes
El City Football Group apostó por el modesto Club Atlético Torque hace dos años
preguntó cómo le podíamos poner y le dije: Torque”, rememora Marcelo Yaurreche en El Observador de Uruguay. Sí, Torque. El factor físico que determina la potencia del motor. Como era electromecánico, le gustó el nombre porque significa “momento de fuerza”. Un nombre más de escudería de Fórmula Uno que de fútbol: Club Atlético Torque.
Yaurreche tuvo que reclutar el plantel corriendo la voz. “Busqué jugadores que no quería el sistema. Había uno, que iba a mi gimnasio, que lo habían echado de un club. Él llevó a un amigo que era reponedor en un supermercado. Otro vendía fruta, otro trabajaba en mudanzas. Así se fue armando, de la nada”.
Cuando en 2007 obtuvieron el registro oficial no tenían campo ni uniforme. Desde abajo empezaron el camino que los llevó a ser subcampeones en la categoría amateur. Entrenaban en el gimnasio de Yaurreche. Él les regaló las sudaderas a los jugadores, que tuvieron que organizar una rifa para comprar los pantalones. Más de una vez el autobús que los transportaba se quedó sin gasolina por falta de fondos. Los futbolistas obtenían 15 euros por victoria, 3 euros por empate y “nada”, si perdían. Entrenaban en la calle cuando las canchas no estaban terminadas y, según testimonios, era común que en la tierra revuelta aparecieran serpientes y grandes arañas.
Con el 2017 llegaron las mejores noticias: lo compró el City Football Group y lograron el ascenso a Primera. Pero la temporada no fue la mejor y abandonaron la categoría un año después, aunque alcanzaron un triunfo 2-0 ante el histórico Peñarol.
Diego Gigliani, director de clubes emergentes del City Football Group, cuenta a El País de Uruguay los objetivos de la inversión. “Nos pareció interesante venir a Uruguay por la capacidad demostrada que tiene el país en sacar talento futbolístico. Teníamos dos caminos: el de formar clínicas o tener relaciones con clubes para captar a los mejores jugadores; o apostar a otro, que es al que nos enfocamos en Torque. Y en eso está la base de este proyecto”.
No se sabe el tamaño de su apuesta, pero en el paupérrimo estado del fútbol profesional uruguayo poca cosa es mucha cosa. Por ejemplo, al arranque de la temporada 2019 los clubes profe-
sionales debían en conjunto 3 millones de dólares en sueldos y Torque, 10 mil dólares (el lugar 17 de los 22 morosos).
El equipo siempre tuvo de uniforme el celeste, un color sagrado en Uruguay. Casualidad o no, como el City de Guardiola, el Melbourne City o el New York City.
Lo que no tuvo al principio, y hoy sí tiene, es un centro de entrenamiento con cuatro campos e instalaciones para las categorías juveniles.
Algunos profetizan que por su origen ‘off shore’, Torque siempre será un equipo desarraigado, sin identidad local.
Cuando el fundador lo fue a registrar para obtener un terreno municipal le preguntaron cuántos aficionados tenía el club. “Le respondí: la misma que Peñarol cuando comenzó. Que todavía no iban, como ahora, 50 mil personas a verlo”