La caída de Madrid y PSG
Los clubs grandes suelen acaparar aficionados por todo el mundo gracias a los títulos, a su juego, y a sus futbolistas, y en los últimos tiempos también hasta por algunos entrenadores. Pero hay jugadores y técnicos que también provocan irritación con sus gestos soberbios. Cristiano Ronaldo, por ejemplo, satisface por sus goles, pero su chulería produce urticaria. Mourinho fue aplaudido por atacar al Barça y agredir al fallecido Tito Vilanova. El Bernabéu aplaudió su acción con una pancarta: “Mou, tu dedo nos señala el camino”. Todo eso, añadido a la violenta dureza de las entradas de Sergio Ramos, consigue que ese equipo recaude animadversión y sume antipatías.
Pero sí, además, ese mismo club tiene un presidente (Florentino Pérez) al que parece no importarle que su exitoso entrenador (Zidane) y su estrella (CR7 ) se vayan a los cuatro días de ganar su tercer título europeo, y los sustituye por un seleccionador que no ha demostrado nada del otro mundo y al goleador por un portero, entonces ese club exhibe soberbia que, según reza el proverbio, siempre precede al fracaso. Y es ni más ni menos lo que hoy vive el gran Madrid. Un desastre deportivo.
El PSG vive más o menos la misma historia del Madrid. Siempre ha creído el jeque árabe Nasser Al-khelaifi que con dinero se puede comprar todo. Pero no. Su equipo no convence ni triunfa en Europa, pero tampoco cautiva, y su arrogancia millonaria anticipaba la caída de un club que está bien solo para ir por casa