UN DUELO PARA LA HISTORIA
El Tottenham apeó al City de la Champions con una sangría ofensiva sin precedentes A diferencia de Pep, Pochettino triunfó sin haber realizado ningún fichaje en verano
A medio camino entre los que contextualizan el resbalón del City y quienes subrayan el fracaso de haberlo hecho por tercera vez consecutiva, Guardiola tampoco escapa de la crítica en Inglaterra. No se comprende que el cuadro de Manchester gobierne con autoridad la Premier y se le escurra entre los dedos ese dominio en Europa, difuminado ante el Mónaco, el Liverpool y también frente al Tottenham. El último verdugo del entrenador catalán, que no se desespera a pesar de tener que aparcar una vez más el sueño de la Champions.
Contrasta el modelo del City con el del conjunto de Pochettino, que supo sobrevivir al terremoto de Manchester sin el lesionado Kane: “El 1 de junio podría estar en condiciones de jugar”, desveló su entrenador en el caso de llegar a la hipotética final de Madrid. No le hace falta demostrar nada a estas alturas al argentino pero se encumbró en el Etihad, arquitecto de un proyecto que se supo sostener sin incorporaciones en verano mientras el dueño del Tottenham destinaba todo esfuerzo económico a levantar el nuevo White Hart Lane.
Sin hacer demasiado ruido, beneficiado también por un agobio mediático menor que el que tienen otros rivales, el éxito del cuadro de la capital inglesa es el triunfo del sacrificio y el del atrevimiento. El Tottenham se batió con el City en un duelo para la historia, marcado por la sangría ofensiva de ambos en el primer tiempo. Cuatro goles en once minutos. Jamás en la historia de la Champions hubo una efectividad tan alta, irracional como se tornó un encuentro que escapó de la lógica.
Son y Llorente desmoronaron a un City que no puede imponer su ley en Europa si no es capaz de corrigir esa endeblez defensiva que arrastró ante el Tottenham. Encajar tres tantos en casa es un pecado que conlleva sus consecuencias: “Todavía no estamos preparados”, aseguró Guardiola cuando empezaron a surgir los primeros indicios de que podían ganarlo todo. Se puso la venda antes de la herida, tan conservador como en el choque de ida en el que el City se desnaturalizó por elección del catalán.
Este duelo quedará para siempre en el recuerdo de una de las grandes noches de la historia de la Champions. Por el ritmo acelerado, casi imprudente, de dos equipos desbocados, cada uno con su impronta. Por la pasión y el hambre competitivo de querer estar en semifinales. Por el orgullo de un Tottenham que se sobrepuso a las circunstancias, al escenario y a un coloso como el City. Por el ejemplo de un Pochettino que desde la austeridad y tras una carrera de trabajo incesante en los banquillos junto a sus ayudantes Jesús Pérez y Toni Jiménez le llega su gran oportunidad. Y también porque Guardiola, lejos del Camp Nou y sin Messi, no acaba de dar con la tecla para alzar de nuevo la Champions