Oblak es un portero de época como Ter Stegen
Hacía un par de meses, más o menos, que el acuerdo estaba pactado entre ambas partes y así se lo había reconocido satisfecho y orgulloso Miguel Ángel Gil a sus más íntimos. Lo suyo le había costado. Bien sabía y sabe el director general plenipotenciario del Atlético, el todoterreno que Simeone tiene siempre a su disposición en las altas esferas, las horas invertidas en la continuidad de Oblak y lo cerca que ha estado un par de veces el representante del portero en cerrar la puerta por fuera.
Cuando MAG se enteró en agosto pasado de que el Chelsea estaba dispuesto a depositar en Laliga, en 48 horas, el montante de los 100 millones de su cláusula, lo primero que hizo fue cerciorarse de que la posibilidad se podía convertir en realidad. Inmediatamente después llamó al jugador y a su representante y el primero le confirmó que mantenía su palabra de quedarse una temporada más en el Atlético. Fue entonces cuando el Chelsea optó por su segunda alternativa, Kepa, que era 20 millones más barato, pero que difícilmente llegará algún día a ganar él solito los puntos que gana Oblak. Así se escribe la historia.
Por todo lo expuesto, después de la eliminación de la Champions y la pérdida de la Liga, extrañaba la tardanza del Atlético en hacer oficial y pública la prolongación y la mejora de contrato de Jan Oblak, que, evidentemente, lleva consigo también una subida en su cláusula de rescisión, aunque en una proporción inferior a su subida de sueldo. La nómina pasa de cuatro a diez netos por temporada, y la liberación
de 100 a 120.
Ambas cantidades parecen suficientes para que el ‘vratar’, así se dice portero en esloveno, tenga a partir de ahora una ficha acorde con su rendimiento y su precio esté acorde con la revaloración que han alcanzado los porteros en los últimos dos años, pero sin exagerar y sin salirse de mercado. Vamos, que el Atlético y el propio Oblak, cuyo nombre en su país significa ‘nube’, son conscientes de que en otros clubes podría ganar más dinero y que la cláusula no es una atadura para toda la vida. Dos o tres clubes con capital galáctico o inversiónestado podrían satisfacerla en cualquier momento. A cambio se llevarían al mejor portero del mundo, con permiso de Ter Stegen.
No creo que sea el caso de ponerse a discutir sobre quién es mejor, Oblak o Stegen.
Los dos son tan poderosos que tanto el Atlético como el Barça están ufanos y gozosos de lo que tienen bajo el larguero. Los dos ganan puntos. En el caso del primero, posiblemente tantos como Griezman .Enel caso del segundo es complicado insinuar que tantos como Messi, pero sí desde luego tantos como el resto de sus compañeros.
Oblak es un gigante que se dobla como un equilibrista. Descuelga los balones del cielo con la misma facilidad y destreza que afronta un remate raso, abajo al palo. Y si lo bota antes tampoco le importa, alarga más el ‘gadgeto-brazo’. Manda en las áreas como si todas fueran de su propiedad. Para con todo el cuerpo. Las manos son su herramienta preferida, pero el tronco está para lo que su mente mande. Sería un portero de balonmano excelente si no se le tuviera que comparar, precisamente, con
Stegen que saca sus ‘gadgeto-piernas’ y llega donde tenga que llegar.
Los dos tienen en común su forma de atacar el balón. No esperan al remate del delantero. Lo buscan. Achican espacios como los arqueros argentinos de toda la vida. Oblak no tiene el juego con
los pies de Stegen, pero posiblemente tenga un mayor poder de concentración. Contra gustos, evidentemente, no debería haber disputas, pero si el recordatorio de que en 2014, el año en el que llegaron los dos, Jan, procedente del Benfica, costó 16 millones, el portero más caro entonces de la historia de Laliga y Ter se quedó en los 12, cuando Zubizarreta se lo arrebató al Borussia Moenchengladbach. Amortizados ambos, no. Lo siguiente.