Mundo Deportivo

Un remedio de Cruyff para un cruyffista

- Josep Maria Minguella

Yahora qué? Esta fue la cuestión que más veces recibí en la platea del Palau Sant Jordi antes de iniciarse la actuación de esta pareja que parece que se han convertido en inseparabl­es: Serrat y Sabina. Y claro, yo, con cierto aire de ironía, y para no amargarles la noche, contestaba: “Ahora vamos a disfrutar del espectácul­o, después a picar algo y luego a dormir y descansar. Mañana será otro día y quizá estemos menos cabreados de lo que estamos ahora”. Y entonces varios empezaron: “Pero esto no puede ser, esto es un desastre, hay que hacer algo”. Y yo, capeando el temporal, les decía: “Nohay nada perdido, tampoco nada ganado y hay que tener paciencia con un cambio en el banquillo del equipo que quizá se ha producido de forma extemporán­ea o en mal momento, pero que la entidad, los directivos y los socios tenemos que afrontar”.

Casi nunca ha sido una buena solución un cambio en el banquillo. Así lo certifica el dato de que en los últimos 17 años, segurament­e los de más éxitos y gloria futbolísti­ca, nuestra entidad no había cambiado de míster a mitad de temporada. Lo que pasa es que ahora ya está hecho y es lógico que haya unos desencuent­ros de conceptos entre jugadores que llevan 10 o más años formando parte de esta plantilla. Solo hay que pensar un poco y enumerar un poco a Piqué, Busquets, Sergi Roberto, Messi, Luis Suárez...

con las reglas y directrice­s de unos técnicos que vienen de otros niveles y que además nunca se habían encontrado con una papeleta así.

Aquí no se trata de negar los conocimien­tos futbolísti­cos de Setién y su grupo, sino que se trata de encajar esto con todo lo que ha vivido durante años la plantilla. Hay una cosa que me llama la atención. En la presentaci­ón de Quique se hizo hincapié que era un técnico admirador de las tesis cruyffista­s. Algo no encaja. Johan, al que muchos se refieren y pocos conocieron bien, no era muy partidario de tener mucho el balón en el medio campo propio e incluso pocos jugadores. Su obsesión era el ataque y la jugada preferida fue el derechazo largo de Koeman a la izquierda buscando a Stoichkov, creando sorpresa, espacio y posibilida­d de remate para Laudrup, Romario, Txiki o Bakero. Sería bueno, que en momentos determinad­os, se intentase esta situación. Es verdad que para esta situación necesitas el derechazo del holandés y la velocidad eléctrica del búlgaro.

Quizás en el medio esté la solución para este equipo que tiene aún varias competicio­nes por delante. No me gusta que los culés bajemos los brazos, pero amigo Setién, jugando más partidos a este ritmo de pases lentos y sin profundida­d, en el Camp Nou muy pronto puede haber silbidos de protesta y esto no sería bueno ni para ti, ni para el equipo, ni para la afición y mucho menos para la directiva. Entonces, atención: oído al parche

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FOTO: QUIQUE GARCÍA Koeman solía enviar balones en largo para Stoichkov cuando los partidos estaban atascados
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