Una larga travesía por el desierto
→ La Real regresa a una final copera 32 años después
→ Ha sido una larga travesía por el desierto, pero los aficionados de la Real Sociedad ya tienen el premio que se merecían. Una final. Hacía 32 años que el conjunto txuri urdin no tenía a tiro la Copa, trofeo que levantó por última vez en 1987. En aquel entonces, el conjunto vasco se impuso al Atlético en la tanda de penaltis y se hizo con un título que podrá volver a conquistar el próximo 18 de abril. Como anécdota, sólo tres jugadores de la actual plantilla realista habían nacido en el momento que la Real se hizo con su última Copa: Moyá, Monreal y Zurutuza.
Adiós a una racha triunfal
Sabían los jugadores de Imanol que debían darlo todo ante el ‘matagigantes’ de la Copa, el Mirandés, que se aferraba al fortín de Anduva para remontar la eliminatoria. Y así fue. La Real no dio opción al conjunto rojinegro, ganó el partido para abrazar la final y de paso finiquitó la tremenda racha en casa del Mirandés, que no perdía un partido en su feudo desde el pasado 24 de agosto, cuando perdió ante el Cádiz (1-2). Sin duda no fue la noche del modesto equipo de Miranda de Ebro, que cayó 18 partidos después ante su ruidosa afición. Eso sí, con todos los honores.
El equipo de Iraola se merece todos los elogios posibles después de protagonizar una de las gestas más memorables de los últimos tiempos tras plantarse en ‘semis’ habiendo eliminado a Celta, Sevilla y Villarreal. Pero no pudo ser. La Real no dio opción y alcanza una final que ansiaba desde hacía demasiado tiempo.
Mención especial merece Mikel Oyarzabal, el faro txuri urdin y el líder que lo guió hasta Sevilla. El canterano volvió a ser el verdugo del Mirandés. En la ida abrió el marcador desde los once metros y en la vuelta cerró la eliminatoria lanzando otro penalti, demostrando que no le tiembla el pulso en los momentos más decisivos. Ahora podrá disfrutar de una final con su equipo, quien sabe si ésta será aún más especial al tratarse de un derbi vasco ●
Oyarzabal demostró que tiene los nervios de acero al lanzar con temple su penalti