Las opciones
1. Aplazar los Juegos hasta 2021, lo que daría un margen de tiempo al COI y Comité Organizador para volver a la normalidad. Hacerlos en el verano de 2021 restaría ansiedad y presión a los atletas. 2021, sin embargo, es un año lleno de Mundiales de grandes disciplinas olímpicas. Aunque la IAAF ya comentó ayer que se avendría a cambiar su Mundial en favor de la cita olímpica.
2. Aplazar los Juegos hasta el verano de 2022 y hacerlos coincidir en año con los de invierno (en Pekín), volviéndose así a la dualidad que se rompió a partir de 1994. 1992 fue el ultimo año que coincidieron JJ.OO. de invierno y verano: Albertville y Barcelona. En 2022 serían unos Juegos más seguros, con mejor calendario porque solo hay ese año el Mundial de fútbol de Qatar, pero en otoño. De todas maneras, dentro de dos años, muchos atletas veteranos igual no llegan a su última cita olímpica, que había preparado con esmero para este 2020. Además, en 2022 el coronavirus puede ser agua pasada, con una factura muy cara, carísima, eso sí.
3. Retrasar los Juegos a octubre o noviembre, lo que provocaría un solapamiento de calendarios brutal y habría que encontrar fechas para los Preolímpicos. Se han clasificado ya para los Juegos el 57 % de los 11.000 deportistas previstos. Es decir que un 43 %, unos 4.700 atletas, siguen pendientes de su proceso de selección. Además ¿estará superada la crisis sanitaria del Covid-19 para entonces? Sudamérica y África pueden ser dos continentes muy castigados por la pandemia. 4. Reducir la duración de los Juegos y celebrarlos sin público. Samaranch fue tajante a MD: “No, seguro que no”. A la ausencia de muchos atletas se ume que COI y Comité Organizador son conscientes de los ingresos por venta de entradas: 800 millones de dólares, que se perderían con esta opción.
5. Cancelar los Juegos. El COI no la contempla “en ningún caso” ●