Algo no cuadra
o es una cuestión de colores. No debería ser una cuestión de colores. El presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, comentó ayer que las competiciones deberían acabar. Aludió a un ‘fair play’ deportivo innegable, pero la excepcionalidad del momento debería también llevar a contemplar dar por acabadas las Ligas y preparar la próxima temporada. Si no es así, hay riesgo de que se termine comprometiendo el futuro para concluir los 11 partidos que quedan de esta Liga. Es doloroso para equipos que no han conseguido sus objetivos. Es cierto y pueden alegar que es injusto con razón. Pero tampoco se puede cancelar la competición y que se esfumen 27 partidos como si no hubieran existido.
No existen estatutos ni reglamento en el mundo del fútbol que regulen la suspensión de la competición. En este caso por fuerza mayor. Habría que hacerlos y aprobarlos en un futuro cuando la pandemia haya pasado. Pero acabar estas competiciones de fútbol es un lío. Se entiende que nadie se atreva a decir que deben darse por acabadas por la extrema sensibilidad que existe en los aficionados. Es lógico. Y también se entiende que nadie hable claramente de que hay un tema muy importante de dinero encima de la mesa. Apelar al espíritu deportivo es elogiable, pero en muchas ocasiones de lo que se está hablando realmente es de dinero.
Para jugar los 11 partidos que quedan en miércoles y fin de semana en la Liga se necesitaría un mes y medio desde que se decretara el fin de la pandemia. ¿O se harán desplazamientos y se llenarán estadios y se jugarán partidos con gente en los hospitales y sin la seguridad de que no se vuelva a reproducir? ¿O se jugarán los encuentros a puerta cerrada para cobrar los derechos televisivos? ¿Los partidos sin aficionados respetan el espíritu deportivo?
Pero además de la Liga de Primera División habrá que jugar 20 partidos de promociones en Segunda B y 80 en Tercera División. Es necesario establecer un día de fecha límite para volver. Pero, además, es muy difícil que los jugadores profesionales de las grandes Ligas vuelvan a jugar partidos top sin que lleven a cabo una pretemporada, ya que estarían expuestos a un alto riesgo de lesiones, alejados del ritmo competitivo después de estar confinados con ejercicios en casa.
Es difícil de cuadrar insistir en que acaben las competiciones, pero al mismo tiempo decir que decida el Gobierno como expusieron Tebas y Rubiales hace un par de días. Cuesta pensar en que se acaben cuando la Federación busca un soporte económico bancario para repartir a los clubs 500 millones de euros. Los secretarios de deportes de las diferentes comunidades, sin embargo, se reunieron para decidir hacer un decreto que dé por concluidas las competiciones territoriales. ¿Y qué pasará con la Copa de Europa?
Es posible que la Champions se pueda disputar a partido único en terreno de juego neutral porque se juegan miles de millones, pero, ¿cómo se compatibiliza con las Ligas teniendo en cuenta además que Luis Rubiales ha dicho que no se pueden jugar dos encuentros en 48 horas? Algo en que seguramente tiene razón.
Es tan necesario como urgente una decisión unitaria de los máximos organismos. FIFA debería decidir en breve qué pasa con los campeonatos nacionales y que lo decidido abarcara a todas las Ligas y todas las competiciones. La pandemia global necesita respuestas globales. En Italia, por ejemplo, quedan 14 partidos por disputar del ‘calcio’ y en España, 11. Lo más difícil y duro, pero posiblemente lo más sensato, sería no cancelar las competiciones sino darlas por terminadas (¿Cómo se le dice al Liverpool que no ha ganado esta Liga?) Pero es imprescindible. Así lo querrían la mayoría de actores, que el organismo más potente se moje. Y lo haga pronto porque algo no cuadra
Habría que contemplar dar las Ligas por acabadas para no perder también la próxima temporada Si se juegan las 11 jornadas que faltan se necesita un mes y medio sin pretemporada Urge tomar una decisión unitaria desde arriba que aglutine todas las Ligas de fútbol