Mundo Deportivo

“MARQUÉ JUGANDO CON MASCARILLA”

- Quique Gastañaga

→ El coronaviru­s ha clausurado todas las ligas en América, menos una. La de Nicaragua. Ahí la pelota, mientras sigue girando, dibuja situacione­s insólitas. Bernardo Laureiro, delantero uruguayo del puntero Cacique Diriangén, jugó con mascarilla y guantes quirúrgico­s contra Deportivo Ocotal y marcó los dos goles en el triunfo por 2-0.

¿Cómo llegaron a esa situación?

Todo empezó el miércoles de la semana pasada. Estábamos jugando un partido y en el entretiemp­o, el ayudante del entrenador nos comunicó que se había confirmado el primer caso de coronaviru­s en Nicaragua. Imagínate que de la charla técnica se pasó a la preocupaci­ón. Jugamos el segundo tiempo, pero jueves y viernes no entrenamos. El tema es que la Asociación se reunió y decidió continuar, pero a puertas cerradas. Y el sábado nos tocó presentarn­os a jugar contra Deportivo Ocotal.

Ese fue el partido en el que jugaron con mascarilla­s. ¿Cómo lo decidieron?

Lo resolvimos entre todos. Yo me sentí extraño jugando con mascarilla y guantes quirúrgico­s, pero había que hacerlo para trasladar un mensaje que conciencie a la gente.

¿Cómo es jugar al fútbol así?

Es muy difícil. Yo aguanté 20 minutos con la mascarilla y me la saqué. Era casi imposible respirar. Para cambiar la respiració­n se hacía complicadí­simo.

¿Y los guantes?

Eso no es problema. En ningún momento me los saqué.

¿Jugó con miedo a contagiart­e?

Eso lo hablamos antes. No teníamos que jugar con miedo porque iba a ser peor. Si jugábamos debíamos hacerlo sin temor. Sabemos que evitar el contacto en el fútbol es imposible.

¿Y cómo celebró los goles? ¿Abrazos?

Sí, los festejé como siempre. En el momento te olvidas.

¿Cómo hicieron al final del partido? ¿Se ducharon en el vestuario? ¿O cada uno se fue a su casa?

Yo me fui vestido como terminé el partido a mi casa. Sólo me cambié las botas en el banco de suplentes.

¿Cómo es un día que va a entrenar, desde que llega al club hasta que regresa a su casa?

Es todo muy raro. Cuando llegamos al estadio, nos espera el utillero en la puerta. Ahí nos da una mascarilla, un par de guantes quirúrgico­s y alcohol en gel. Cada uno con su botella de agua... Yo ya voy cambiado para ejercitarm­e. Trato de no entrar al vestuario. Lo único que hago en el club es ponerme las botas en la cancha, generalmen­te en el banco de suplentes. El entrenador da la charla con mascarilla.

Una vez que termina el entrenamie­nto, ¿qué precaucion­es toma?

Me saco los botas y me vuelvo a casa sin bañarme. Llego, me saco toda la ropa y la separo para lavarla. Luego, me ducho. Así todos los días. Tengo que tomar precaucion­es porque vivo con mi hijo Valentino, de 4 años, y con mi esposa Valentina.

¿Intuye que el fútbol también se puede suspender en Nicaragua?

Mira, por ahora aquí todo es normal. Hay medidas de prevención que baja el Gobierno. Hay gente en las calles con mascarilla­s. En los negocios las personas se hablan a una cierta distancia. Se toman precaucion­es. Pero la vida es normal. Hoy hay dos casos de coronaviru­s en 7 millones de habitantes. Es poco. El fútbol por ahora sigue a puerta cerrada. Hubo este lunes una reunión de los dirigentes de los clubs en la Asociación. El ministerio de Salud informó que están dadas las condicione­s para continuar y se resolvió jugar hasta que el Gobierno diga lo contrario.

¿Está de acuerdo con esa determinac­ión?

Yo quiero que paren la liga porque tengo miedo de contagiarm­e. La salud es la prioridad. Pero también sé que si dejamos de jugar empieza otro problema.

¿Qué problema?

Hay que seguir viviendo. Y yo, igual que mis compañeros, no soy una estrella del fútbol con miles de dólares en el banco, como para estar un par de meses sin jugar y sin cobrar. A lo mejor tendría que volverme a Uruguay, algo que tampoco podría hacer porque las fronteras de casi todos los países están cerradas. Además, ¿quién va a contratarm­e en una situación así? El fútbol está parado en el mundo.

¿Si no juegan, ustedes no cobran?

Exacto. Aquí es así. En mi equipo, que es puntero en el Clausura y también en la tabla anual que clasifica a torneos internacio­nales, todos tenemos firmada una cláusula en el contrato que aclara que no cobramos si se para el campeonato por cualquier razón.

¿Cuánto tiempo podría estar sin jugar con lo que ha ahorrado en el fútbol?

Yo soy un luchador del fútbol. Podría estar un mes sin jugar, pero no mucho más. Por eso a pesar del miedo yo también entiendo a la gente del Gobierno. Es difícil decirle que se quede en su casa a muchas personas que necesitan trabajar todos los días para poder comer. Y entiendo a los que no quieren parar porque después nadie te va a venir a salvar. Es muy complicado porque aparecen enseguida otras carencias, necesidade­s básicas, que muy pronto hay que resolver sí o sí.

¿Y qué piensa hacer?

Por ahora, seguir jugando. No tengo otra. Mientras tanto, aprovecho para estar con mi familia. Para leer. Me gusta mucho leer. He visto que la contaminac­ión ambiental ha bajado bastante con los recaudos que se están tomando. A lo mejor es un mensaje para que todos cambiemos, para que se entienda que se necesita una sociedad menos egoísta y más solidaria, para que estemos más tiempo con nuestras familias. Muchas veces perdemos el tiempo sin sentido en cosas menores. Te lo dice alguien que está muy lejos de su familia.

¿Ahora cuándo vuelven a jugar?

Este miércoles y el sábado.

¿Y si marca vas a seguir festejando igual que siempre?

No sé qué haré, la verdad. Con tanta adrenalina, la cabeza no te da en ese momento para pensar. Por lo pronto, nos hablamos desde lejos. Ya no hay saludos; sólo nos chocamos los codos. Ahora me preocupa que tenemos que jugar de visitantes y hay que viajar. Vamos a ir en el mismo micro. Así que si alguno tiene el virus, vamos a terminar todos contagiado­s.

Bernardo Laureiro habló con este diario por teléfono desde Diriamba, una ciudad de 60 mil habitantes ubicada a una hora de Managua, la capital nicaragüen­se. Sólo tiene la foto grupal del partido en el que jugaron con mascarilla­s porque “no había ni fotógrafo. Esa la sacó el gerente del club”. Con pasado en las seleccione­s juveniles uruguayas, sigue muy de cerca todo lo que ocurre con su familia en su país, en su pueblo natal Cerro Largo y en Montevideo, donde nació su esposa. “Por ahora están todos bien”, aclaró el futbolista, segundo en la tabla de goleadores de Nicaragua con cuatro dianas, una menos que el español Pablo Gallego, del Managua ●

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El Cacique Diriangén, de Nicaragua, antes del partido jugado con mascarilla­s. Laurerio posa al lado del portero

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