Tokio 2021. Una medalla en cada hogar
os Juegos Olímpicos se aplazan un año. Un año para impulsarnos a fortalecer nuestras rutinas y deseo de superación. Un año para creer que el nuevo camino será nuestra futura meta.
Deportistas afectados por el coronavirus, con miedo a infectar, a culparse, a fallar. Deportistas en desigualdad de condiciones. Conmoción.
Nos duele haber trabajado y entrenado con gran esfuerzo, disciplina y sufrimiento. El momento de competir, el sueño de una medalla estaba cerca. Ahora, los miedos se acrecientan, se pueden apoderar de nosotros.
No estamos acostumbrados, es difícil responder ante tales debacles. Lloramos y nos asalta la rabia. Nos obligan a cambiar de rutinas. Ahora, la incertidumbre se antepone a la certeza. Pueden llegar los nervios, el desquicio.
Las horas del día transcurren a un ritmo diferente al habitual, dudamos de nuestra fortaleza como humanos. Se acumulan sentimientos, emociones. Pero no estamos muertos. ¡Buena señal! Como ese disparo que indica el inicio de la competición. a adrenalina se dispara. No debemos temer a la derrota, sino ver esta prórroga como una oportunidad para redoblar nuestros esfuerzos.
Aprender de las oportunidades, aprender a levantarnos y aceptar nuevas situaciones. En definitiva, nutrirnos de las circunstancias que no dependen de nosotros y, sobretodo, correr a por los nuevos triunfos. Saber gestionar bien los cambios es una gran prueba a superar. La confianza volverá y no quedará rastro de las dudas.
Animo a que todos nosotros trabajemos en las nuevas rutinas. En este confinamiento, cada persona luchará con todas sus fuerzas y ganará su propia batalla personal. Entre todos ganaremos la guerra y, por ende y como premio, obtendremos nuestra particular medalla olímpica ●