Lo que viene es cuesta arriba
Bartomeu ha pedido a los ejecutivos un informe, que debe estar listo en mayo, de nuevos escenarios y si sale como se teme, no se descarta nada. Mayor sacrificio al primer equipo, revisar la remodelación del estadio...
En este histórico momento el FCB ya ha asumido que no cumplirá el presupuesto de 1.047 millones, y aunque según fuentes oficiales seguirá siendo el club que más facture del mundo, el déficit será importante. La estimación actual es que superará en algo los 100 millones. Pero, claro, eso es ahora.
En adelante, sin tener la seguridad de cuando volverá a estar en condiciones de generar ingresos, esa cifra puede ir aumentando. Las interpretaciones de la realidad, por parte de FIFA, UEFA, LFP y FEF, no son más que suposiciones. No hay ninguna certeza de cuándo se podrá reanudar el campeonato doméstico y menos aún la competición internacional. Y cuando eso ocurra habrá que ver en qué condiciones. Por ejemplo, lo más elemental: ¿con público o sin público?.
Existen tal cantidad de incógnitas que el presidente Bartomeu ha pedido a los más altos ejecutivos del club que preparen, desde ya, un informe con tantos escenarios como sean capaces de imaginar para presentarlos en mayo a una reunión específica del consejo directivo y, a partir de ahí, tomar decisiones de urgencia. Más claro, la intuición general es que tras la alerta sanitaria llegará una alerta económica que apuntale la estabilidad del club.
Para empezar, insistir en lo escrito aquí esta misma semana. En la reunión telemática del consejo varios miembros ya consideraron
insuficiente el ajuste económico en los salarios de la plantilla a quien, más allá del 2% adicional que los futbolistas destinan a los empleados, se le ha aplicado el mínimo que permite la ley, el 70% mientras dure la situación de alerta. Ese porcentaje, traducido, implica un ahorro mensual de unos 14 millones, cantidad que varios directivos creen intrascendente en vista de la merma que sufre el club. Y más aún, comparado con los acuerdos que grandes clubes de la Champions, con Juventus y Bayern (20% de la ficha) , a la cabeza. Los italianos, como ya comentamos aquí, son la referencia porque de aquí a junio sus fichas se reducirán por valor de 90 millones.
Visto así, cuando llegue en mayo el informe del área económica, no sería una sorpresa para nadie, sino más bien una necesidad imperiosa, que el Barcelona tuviera que negociar con la plantilla del primer equipo un sacrificio que llegase bastante más allá de lo que alcanza el acuerdo vigente.
Los ajustes, por descontado, no acabarían aquí. Algunos ya se están aplicando. Se han paralizado proyectos de la Fundació y de software de ticketing. Se está renegociando con proveedores y el Espai Barça está parado.
Hay dudas más que razonables de que Goldman Sachs quiera firmar ahora el acuerdo de financiación (800 millones) alcanzado y que sería devuelto en base a unos ingresos a futuro, que el Barcelona ya no puede garantizar porque no sabe cuándo los comenzaría a generar. El mundo que viene es una incógnita y las consecuencias del coronavirus, abrumadoras.
Más allá de cuándo y cómo vuelva la competición, mientras no haya vacuna y tratamiento para la enfermedad, la amenaza seguirá vigente. Y ya no digamos si se confirma la posibilidad de rebrote. Y aunque no lo haya, ¿cuándo permitirá la autoridad sanitaria concentraciones de decenas de miles de personas? ¿Abrirá antes el Museu que el fútbol? ¿Volverá el turismo a llenar el Camp Nou? ¿Necesitará el Barça un estadio más grande que el que tiene? ¿Habrá que hacerlo más grande como prevé el Espai Barça o será suficiente con ajustarlo a la realidad vigente?