Se acabó la fiesta
odos sacaremos lecciones de la crisis del coronavirus. El Barça debería aprovechar para transformar su modelo de gestión, volver a las esencias, terminar con el despilfarro y racionalizar sus recursos. En primer lugar, urge que los directivos recuperen la autoridad y limitan el poder de los jugadores para reorientar la pirámide de la jerarquía que había quedado invertida. Hay que rentabilizar las inversiones y apostar más por la cantera. Deben recuperarse los principios. Dejar de fichar a jugadores cuyos representantes exijan comisiones millonarias. Rebajar la abultada escala salarial existente. Dejar de pagar primas de renovación por jugadores que ya están en el club. Firmar contratos cortos y sin grandes aumentos a los jugadores que sobrepasen los 30 años. Establecer en sus remuneraciones un alto porcentaje de variables en función de rendimientos individuales y colectivos.
Obligar a los deportistas a ceder al club parte de sus derechos de imagen y a una mayor implicación en los actos del club y con la afición. Ascender hasta el primer equipo a los entrenadores de La Masia que mejor apliquen el modelo. Pensar más en el socio y menos en el turista. Es el momento de apoyar al club, como han hecho Jordi Majó, Jordi Medina y Santi Salvat firmando el ‘Pacto del Barcelonismo anti Covid’, deseando que se sumen más socios, y en el que se ponen al servicio del club, exigen a la directiva una gestión rigurosa y responsable, agradecen la implicación de deportistas, empleados y socios, y conminan a los precandidatos a aparcar sus campañas electorales. Cuando hablan de ‘sus’ entrenadores le faltan al respeto al del Barça, Quique Setién, que merece apoyo en su objetivo de ganar las dos ligas y las dos Champions que están en juego ●