Mundo Deportivo

The last dance

- Lluís Canut

Las expectativ­as generadas por el Barça post coronaviru­s cayeron en saco roto en el Pizjuán, donde volvió a dar muestras de falta de recursos, como antes de la pandemia.

Más allá de lo que pueda ofrecer

Messi, el equipo carece de desequilib­rio y su futbol continúa siendo demasiado previsible, sobre todo para los rivales que cierran espacios acumulando jugadores detrás. Para colmo, Setién da claros síntomas de haberse sometido a las jerarquías del vestuario, como se comprobó con el ostracismo de Ansu, a costa de que Suárez completase los 90 minutos con rendimient­o decrecient­e. Al cántabro se le vio sin recursos, hundido en el banquillo, con indumentar­ia impropia de un “mister” del Barça y con su segundo, Eder Sarabia, llevando la voz cantante. Para colmo, la Liga puede haber acabado para De Jong debido a la lesión en el sóleo, mientras Griezmann continúa sin dar señales de vida, más allá de su esforzado sacrificio. Demasiado poco para alguien que presumía de poder compartir mesa con Messi y

Cristiano. Menudo atrevimien­to. Muchas son las voces que pronostica­n cercano el final de ciclo, similar al de los Bulls en “The last dance”, una de las series del confinamie­nto. Aquel equipo victorioso de Chicago y el actual Barça guardan muchas similitude­s. Principalm­ente por estar liderados y sometidos a dos mega estrellas, (Jordan y

Messi), cuyo ascendente es absoluto respecto a cualquier decisión que afecte al equipo. Y por estar rodeados de dos excelentes generacion­es de jugadores a los que les cuesta reconocer que ha llegado el momento del relevo. Habrá que esperar que el próximo baile en el Camp Nou tarde menos de los veintidós años que llevan en Chicago sin un solo título ●

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