Con 1-2 regalan el balón y casi la Liga
El Barça no puede regalar ni un metro si aspira a ganar la Liga. Por dos veces se adelantó en el marcador y echó por tierra su ventaja, no por actitud sino por exceso de confianza y falta de personalidad, lo que nunca debe faltar en un equipo campeón. La historia es conocida y se repite con frecuencia por la falta decidida de una regeneración de verdad. Del brillante primer tiempo donde Messi y Luis Suárez disfrutaron con la excelente aportación de Riqui Puig y Ansu Fati, dos jóvenes que contagiaron su alegría y energía, el equipo pasó a no saber gestionar la ventaja del 1-2 echándose atrás con muchos minutos por delante. El Barça se desplomó tras el descanso como lo certifican las ocasiones de Celta, cedió el balón y menospreció el talento de sus jugadores, la mayoría colegas por su pasado en el vestuario culé.
EL BARÇA PUEDE DAR GRACIAS A QUE LA Liga no se le haya escurrido definitivamente si Ter Stegen no hubiera salvado el 3-2, fusilado por Nolito en el minuto 94. Tras el partido, Luis Suárez, con dos goles tras su regreso, dejó en el aire si han sido los entrenadores los que tienen más culpa en las dos caras que ofrece el equipo. Es verdad que a Setién se le debe reprochar que no ha sido capaz de mejorar el rendimiento general del conjunto, no haya provocado cambios radicales y muchos partidos acaben con balonazos al área contraria.
Pero también es cierto que son los futbolistas los que no pueden dominar la inercia negativa, sobre todo en los partidos lejos del Camp Nou (23 puntos de 48).
EL REAL MADRID TIENE ESTE DOMINGO en Cornellà la ocasión de despegarse del Barça ante un Espanyol que tendrá en el banquillo a su secretario técnico, Rufete, cuarto técnico de la temporada. La ruleta de cambios tras la buena temporada de Rubi explica el camino errático del club blanquiazul en la temporada de mayor gasto en jugadores. Con este ambiente de máxima confusión, se enfrentan lo pericos desesperadamente al Real Madrid en el que es su último suspiro de vida ●