Un fracaso sin asterisco
El Real Madrid se ha quedado fuera de las semifinales de la ACB 12 años después. Por muy excepcional que fuera la fase final, no hay justificación para el fiasco de los blancos, una gran potencia a nivel europeo.
Decía Antonio Martín, presidente de la ACB, en múltiples entrevistas los días previos al arranque de la fase final de la Liga Endesa, que el campeón que saliera de València iba a serlo a todos los efectos. “Ni asteriscos ni historias. De hecho, esta es una competición muy atractiva para el público pero muy dura para los jugadores y
los equipos”, sentenciaba en aviso a los que se vieran tentados de devaluar esta reanudación tras la pandemia.
Después del parón de cuatro meses, el desafío para los equipos era enorme: debían poner en marcha una nueva pretemporada y, en la mayoría de casos, lo hacían con muchas bajas de jugadores que optaron por marcharse a sus países o dar por cerrada la campaña. El Madrid era uno de los pocos que podía contar con la totalidad de su plantilla y, a la vista del dominio que ejerció en la Copa en febrero y del diferencial presupuestario que atesora respecto a la mayoría, era lógico contar con él como principal favorito. Sobre el papel, pues, para un equipo con tantos recursos y un núcleo sólido de hace años todo debía resultar un poco más fácil.
Que no haya alcanzado las semifinales siquiera, pues, constituye una de las mayores sorpresas del basket moderno desde que el TDK ganó la Liga allá por 1998. De hecho, hacía doce temporadas que los blancos no faltaban a la cita de las ‘semis’ y eso que, desde entonces, el diferencial de talento y medios entre los clubs de Euroliga y el resto no ha hecho más que aumentar.
No hay pretexto válido, pues, para justificar el fiasco de los blancos que se fraguó tras las derrotas inesperadas ante unos meritorios San Pablo Burgos y Morabanc Andorra.
“El balance hasta el 12 de marzo era magnífico, no podía decir nada malo. Esto es un torneo, no hemos estado bien. No nos vamos contentos”, dijo Pablo Laso, tras el último partido frente al Casademont.
El caso es que ‘el torneo’ del que hablaba el técnico blanco era la Liga, la competición más importante de la temporada una vez se clausuró el curso en el concierto europeo y perderla constituye quizá el mayor borrón en su carrera al frente del equipo. Una trayectoria que, vista en perspectiva, es innegablemente exitosa.
Habrá que ver ahora qué consecuencias acarrea este revés en el futuro inmediato de la sección. Muchos hablan de reconstrucción, quizá necesaria, pero la palabra por sí misma ya conlleva temores para el resto de la ACB a la vista del perfil depredador del club blanco. Basta recordar las maniobras del verano pasado, cuando fichó al MVP Laprovittola (para hacerlo jugar 15 minutos) o se hizo con los derechos del joven Carlos Alocén, del Casademont, para el que difícilmente podrá haber sitio y oportunidades en un puesto de base con tantos y tan talentosos aspirantes.
Antes de reconstruir, pues, quizá habría que reflexionar
Ya se habla de reconstrucción, un peligro en el caso de un club con perfil depredador