Mundo Deportivo

"ESTARÉ EN LISBOA CON EL BARÇA"

- Joan Poquí / Manel Montilla (fotos)

→ Doce nietas y doce nietos. Veinticuat­ro veces abuelo, a sus 75 años, Joan Gaspart sigue ejerciendo de empresario hotelero y de culé apasionado con la perspectiv­a de convertirs­e pronto en bisabuelo: su nieto mayor se casará en septiembre. El ex presidente, cuando acaban de cumplirse veinte años de su triunfo en las elecciones, atiende a Mundo Deportivo en el Avenida Palace, el hotel de la Gran Via que en 1965 alojó a los Beatles, con un joven Gaspart (21 años), que en Liverpool había conocido a Paul Mccartney, como anfitrión. Prefiere hablar de fútbol que de elecciones.

Se han cumplido veinte años de su triunfo en las urnas.

Sí, gracias a Romario.

¿A Romario?

Lluís Bassat, que habría sido un gran presidente, al ser preguntado por la final de la Copa de Europa en Wembley dijo que le había encantado Romario. Bassat, que es una bellísima persona, lo pagó caro. Y yo, que no soy tan buena persona, cogí esa respuesta y le saqué rédito. Les dije a los socios que el señor Bassat, como presidente del Círculo de Economía o del Liceo, vale; pero del Barça, si creía que Romario había jugado en Wembley, no. Recuerdo a Jaume Roures, que iba con Bassat, haciendo señales para que pasasen a publicidad.

¿Cuál es su mejor recuerdo de su presidenci­a?

Ser presidente. A pesar de que yo no quería serlo, quería otra función.

¿Cómo decidió aspirar a serlo?

Los compañeros de candidatur­a del señor Bassat opinaban que la época del nuñismo había que finiquitar­la y que Gaspart estaba demasiado ligado a Núñez como para continuar, así que me ofrecieron ser embajador no sé dónde y que a las juntas me invitarían. Ahí apareció algo que yo no recomiendo a la gente joven: el ego y la vanidad. Pero yo quería ser el Gaspart de toda la vida, que había estado al lado de Núñez, cambiando a Núñez por Bassat.

Eso suena difícil, ¿no?

Como Núñez, imposible. Ha sido una figura y una persona única. Cuando leí en Mundo Deportivo que estaba cansado y lo dejaba, le llamé, a primera hora de la mañana. Me dijo que él no había dicho eso, pero que quizás sí le parecía una buena idea.

¿Echa de menos ser directivo del Barça?, veinticinc­o años...

Como presidente, desde luego, en absoluto. Pero sigo sintiéndom­e

implicado. Fíjese si lo siento que cuando he leído que la UEFA estudia cambiar el escenario del Barça-nápoles rápidament­e he comenzado a pensar a quién conozco de la UEFA para llamarle y preguntarl­e si se han vuelto locos. Sigo sintiendo esta necesidad. Para mí el Barça lo es todo.

¿Qué les diría?

Que si lo hacen es un error gravísimo, porque aquí en Barcelona no hay ningún problema de seguridad sanitaria que no haya en cualquier ciudad del mundo. No hay una insegurida­d peor que en Londres, París, Lisboa... Pero aquí hemos creado un ambiente tremendist­a.

¿Cómo se influye en la UEFA?

Llamando. En mi época yo habría cogido el teléfono y habría llamado al presidente, a Johansson entonces, inmediatam­ente. Se influye actuando. Y si es algo más grave, como lo que le ha pasado al Manchester City que al final han arreglado, cogiendo un avión y yendo a Suiza.

Dice, en cambio, que no echa de menos la presidenci­a.

Ningún ex presidente dice lo que digo yo: no me volvería a presentar. ¿Por qué?, porque yo no me votaría a mí mismo. Ningún presidente del Barça se va tan consciente como yo de que no servía para el cargo.

Usted dejó a Messi.

Sí, pero sería demagogia por mi parte que sacara pecho por fichar a Messi. Es cierto que lo fiché y lo firmé yo, pero tenía quince años y no pensaba ni soñando que llegaría a tanto.

¿Y cómo ve las elecciones?

Yo ahora estoy concentrad­o. Y cuando uno está concentrad­o no puede estar pensando en dos cosas a la vez. Mi concentrac­ión es el Nápoles. Y después, ojalá, será Lisboa.

¿Ve opciones en la Champions?

¿Cabeza?, ¿corazón?... Con el corazón, campeones. Con la cabeza, hay muchos rivales: Manchester City o Madrid, Bayern Múnich, Juventus... No será fácil, pero... ¿por qué no?, tenemos a Messi. Mi capacidad no me da más allá de Nápoles, pero con lo de no jugar en el Camp Nou me ponen más nervioso de lo que ya estaba.

Usted se ha bañado en el Támesis

Íbamos un poco bebidos. La Copa de Europa es muy grande y la habíamos llenado con ‘champagne’. Al acabar el baño y subir en albornoz al taxi, de madrugada, al taxista le salió el humor inglés: flemático, me preguntó si tenía algún capricho más, si quería ir a desayunar con la Reina.

¿Promesa para este año?

Iré a Lisboa, aunque esté en la puerta del estadio. Ya estaré ahí en la semifinal. A los jugadores les diría que no nos van a tener en el campo, pero nos tienen en espíritu. Desde casa, por la radio, por TV, a través de un amigo... ahí estaremos, animando, con el corazón latiendo a mil por hora

¿Los arbitrajes han sido justos con el Barça?

Es mucha casualidad que la famosa llamada telefónica del presidente del Madrid haya quedado en anécdota. Si lo hace el presidente del Barça, la que se arma. Y a partir de ese momento, el Madrid ha sido beneficiad­o por los arbitrajes. Yo ya celebré la Liga, el Barça fue campeón. Si hubiese sido líder el Madrid se habría dado por acabada.

Llamada de Florentino, que ya le quitó a usted a Figo

Sí, fue una jugada maestra, pero ilegal. Yo le dije a Figo que si lo llevábamos a tribunales su fichaje era inválido y ganábamos, pero él exigió un aval de ‘La Caixa’ que cubriese la indemnizac­ión.

Usted ha fichado a Messi y a Maradona. Un caso único.

Me telefonean de Argentina y me lo recuerdan. Fueron dos casos diferentes, Maradona ya era una estrella. Lo que sí tengo que decir es que la condición que ponía la familia Messi es quedarse a vivir todos en Barcelona, con buen criterio, nada de la Masia. Messi es producto deportivo de la Masia, pero no vivió nunca en ella. Para el Barça era un precedente peligroso y algunos técnicos opinaron que dar a un chico de quince años la posibilida­d de vivir fuera de la Masia no era bueno. Y aquí, en este hecho, sí intervine. Si hubiésemos dicho que no, no sé qué habría hecho su padre.

¿Con cuál de los dos se queda?

Messi, indudablem­ente. Es el mejor de la historia. Y yo lo he disfrutado más, con él he ganado títulos.

En sus 25 años de directivo, ¿cuál fue el fichaje más difícil?

El de Ronaldo. Me tuve que vestir de camarero y así subir a su habitación para firmar el contrato. Él quería venir y el trato con el PSV estaba cerrado, pero con una cláusula: el traspaso estaba supeditado a que el jugador firmase antes de una determinad­a fecha. La selección brasileña, que estaba concentrad­a en Miami, hizo lo imposible para que yo no pudiese llegar hasta Ronaldo para que firmase.

¿Es lo más raro que ha hecho?

Hombre, sí. El de Maradona tampoco fue fácil. La policía nos llevó en coches blindados al aeropuerto porque la gente nos estaba esperando para pegarnos cuando se enteraron de que nos queríamos llevar a Maradona.

¡Cuántas anécdotas!

Las que quiera. Y yo no fichaba, yo cumplía órdenes. Eso sí, las cumplía siendo muy constante: mataba (de forma figurada) al que no aceptaba mis condicione­s. Los intermedia­rios decían: ‘Prefiero que me quiten siete muelas a seguir negociando con este señor’. Yo defendía al Barça en todos los aspectos. Cuando traspasamo­s a Maradona al Nápoles, yo estaba en contra del traspaso. Era el único. Y Núñez, inteligent­e, decidió que fuese yo quien negociase el traspaso, porque entendió que yo iba a pedir muchísimo para que el Nápoles se rindiese.

¿Su once ideal del Barça?

Ramallets; Olivella, Rodri, Gracia; Segarra, Gensana; Tejada, Kubala, Evaristo, Suárez, Czibor. Cuando les conocí a todos ellos (y a muchos más), porque tuve mucha relación con ellos, siempre les decía que más besos que yo no se los ha dado nadie. Yo cada día, antes de ir a dormir, daba un beso a la Moreneta y un beso a la plantilla del Barça. Eran mis buenas noches.

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