Entre Pep y Klopp

omo si se tratase de un primer ministro intentando formar gobierno, Koeman sigue con su rueda de consultas para configurar la lista de bajas. Con la salvedad de la jornada de ayer, dedicada a jugar al Golf en el Muntanyà, refugio de ilustres culés como Carabén, Cruyff o

Rexach, Ronald tiene puestos los cinco sentidos en equilibrar las salidas con fichajes que ilusionen a la afición, que con su llegada parece dispuesta a engancharse nuevamente con el equipo a pesar del gran enojo con la junta. Injustamente obviado durante años mientras otros técnicos de mucha menor relevancia ocupaban el banquillo, a Ronald no le ha temblado el pulso de aceptar el reto de un Barça en horas bajas.

Algunos dogmáticos achacan a Ronald no estar alineado en ninguna corriente, aunque si lo tuviéramos que situar lo haríamos entre Guardiola ,a quien protegió cuando era el líder del Dream Team, y Klopp, pese a sus estridencias. En su presentación reafirmó, como holandés, su preferencia por controlar el juego a través de la posesión, pero acompañado por una fuerte intensidad de la que ha carecido el Barça los tres últimos años, sucumbiendo estrepitosamente en el intento de volver a ganar la Champions.

De su mano Barça aspira a recuperar prestigio y está más que asegurado que por falta de liderazgo no será. Y si alguien lo duda, que vuelva a ver la final de Wembley. No fue sólo por marcar el gol de la victoria que

Koeman se ganó el derecho a figurar en el Olimpo culé ●