Las claves del divorcio
→ Varios factores lo explican, en especial la gestión para volver a fichar a Neymar
→ El burofax enviado por Leo Messi, solamente 24 después de que tracendiese la conversación en la que Ronald Koeman comunicó a su amigo Luis Suárez que no contaba con él, ha sido el episodio final de una escalada de desencuentros y discrepancias con la junta directiva que preside Josep Maria Bartomeu. El mandatario había ido apagando fuegos con intervenciones personales hasta que el distanciamiento ha sido total. Mundo Deportivo repasó hace unos días los puntos clave de esa tensión entre Messi y el club en el que se hizo futbolista profesional y con el que alcanzó todos los triunfos, colectivos e individuales. Precisamente, la necesidad de formar parte de un proyecto ganador es lo que más ha movido al argentino, según su entorno más cercano. Y Messi siente que el club no ha podido cumplir sus expectativas.
El no fichaje de Neymar fue uno de estos casos. Pese a que el brasileño marchó en 2017, dejando tirados a sus propios compañeros, dos veranos después, en 2019, Messi y los pesos pesados del vestuario no ocultaron que deseaban su regreso.
Neymar no era feliz en París y añoraba al Barça. Leo intercedió por su regreso y el Barça asegura que intentó su fichaje por todos los medios pero que el club parisino primero se negó en redondo y que, cuando abrió la puerta, desde Qatar exigieron 300 millones. Negocio imposible para el club, aunque Messi llegó a declarar literalmente: “Sinceramente, no sé si el Barça hizo todo lo posible para su regreso. Pero es cierto que negociar con el Paris Saintgermain no es fácil”. En la plantilla quedó la sensación de que no se hizo todo.
El fichaje de Griezmann contribuyó a enojar a Messi. Sobre todo, porque Leo preguntó a Bartomeu después de Anfield si el fichaje estaba cerrado y el presidente le dijo que no. Después Leo interpretó que sí había un acuerdo.
Tras el KO de Liverpool, los capitanes pidieron que no se destituyese a Valverde. Bartomeu les hizo caso, pero no así en enero de este año, cuando tras la pérdida de la Supercopa despidió al técnico contra el deseo de Messi, que después no tuvo buena sintonía con Quique Setién.
Tampoco la tenía con Abidal, que se ganó el rechazo del vestuario cuando deslizó que con Valverde se trabajaba poco. Messi dio un palo en público al secretario técnico. Y se sintió molesto porque le llegó que algunos directivos habían criticado a la plantilla por su tardanza en rebajarse el sueldo por la pandemia.
La gota que ha colmado el vaso del aguante de Messi ha sido la charla entre Koeman y Luis Suárez. El delantero uruguayo es uno de sus mejores amigos y le habría gustado tenerle cerca, sobre todo porque considera que aún sigue teniendo juego que ofrecer ●