Un accidente con muchos interrogantes
Aquella fatídica mañana Kobe Bryant tenía que dirigir un encuentro de su Mamba Academy, equipo en el que competía su hija Gianna. Además del piloto, en el aparato viajaba también la familia Altobelli, cuya hija era compañera de Gigi, otra entrenadora llamada Christina Mauser y Sarah Chester, junto a su hija, que también compartía equipo con las otras dos niñas. El helicóptero despegó con normalidad a las nueve de la mañana desde el aeropuerto de John Wayne-orange County y puso el rumbo fijado hacia Camarillo. Ahí surgió el primer contratiempo: las condiciones climatológicas obligaron al piloto a mantener una altitud más baja de lo habitual. Un cambio de turno complicó la comunicación entre la torre de control y el piloto, en supuesto contacto constante. Para sortear los problemas de visibilidad, el piloto intentó subir a más altura y así lo comunicó a la torre. Fue lo último que dijo. La falta de un sistema de alarma clave en el helicóptero para alertar de una colisión desató la tragedia. El aparato se estrelló contra la ladera de la montaña tras desplomarse a más de 20 metros por segundo por causas todavía sin esclarecer. Días después del accidente se descubrió que la compañía dueña del aparato, Island Express Helicopters, no tenía la licencia para volar en condiciones de poca visibilidad. La hipótesis que ha ganado terreno en los últimos meses es la que indica la desorientación del piloto debido a la densa niebla como posible causa del accidente. La viuda del jugador, Vanessa Bryant, ha demandado a la compañía por “conducta negligente” y “falta de criterio” ●