Sufrir ante la exigencia de ganar
Lejos de la cabeza de Laliga como llegó a estar, y encontrándose el club sumergido en una crisis institucional, hasta ahora el Barça parecía mentalizado e incluso ajeno a la presión de estar obligado a ganar títulos esta temporada. El arduo trabajo de Ronald Koeman se centraba básicamente en ir adaptando los jóvenes jugadores al sistema, perfeccionar el juego y mejorar los resultados.
El técnico llegó a restar exigencia al vestuario cuando dijo aquello de que el equipo no estaba para ganar nada. Pero el caso es que el Barça, después de la derrota del Atlético de Madrid ante el Sevilla el pasado domingo, se encontró en una posición no soñada tan solo hace algunas jornadas. Había ido mejorando poco a poco mientras el líder dejaba escapar casi toda su ventaja, que llegó a ser de diez puntos. Por primera vez en la temporada, el Barça dependía de sí mismo para optar a una Liga que muchos dieron por perdida en diciembre. Y anoche, ante el Valladolid salió con la agradable pero difícil exigencia de ganar. Llevaba el equipo mucho tiempo sin sentir esa necesidad. Apareció un equipo tensionado donde hasta ahora, y antes del parón liguero, se había reflejado un grupo sólido y efectivo. Incluso con un juego brillante, capaz de doblegar a cualquier rival de
Laliga. Pero ante la imposición de la victoria y el deseo de volver a sentirse un vestuario vencedor, el Barça titubeó ante un rival que no le regaló nada. Pero en el último suspiro del partido, el Barça dejó de sufrir y presentó oficialmente su candidatura al título ●