LOS 'OTROS'
→ Nacho y Militao dieron un paso al frente en Anfield para sellar la defensa y confirmar el pase a las semis → Fede Valverde, que jugó infiltrado, empezó ejerciendo de lateral y acabó de centrocampista
→ El pasado 6 de abril, pocas horas antes de que el Real Madrid recibiera al Liverpool en la ida de los cuartos de final de la Champions, la noticia del positivo de Raphael Varane en coronavirus sacudió al club y sembró de dudas las aspiraciones blancas en la lucha por los dos títulos en liza. El Madrid se disponía a jugar los tres partidos más importantes del curso sin tres de sus cuatro defensas titulares; Ramos, Carvajal y Varane.
A Zidane no le tembló el pulso y recurrió a Eder Militao, el último central sano disponible, para afrontar el doble duelo contra el Liverpool y el decisivo Clásico de Liga ante el Barcelona. El central brasileño, que solo había disputado 9 partidos hasta la fecha y cuyo rendimiento había dejado mucho a deber cada vez que jugaba, dio el callo en el Di Stéfano ante Liverpool y Barcelona y se doctoró en Anfield con una actuación consagratoria.
Junto a un inexpugnable Nacho y con la ayuda inestimable de un colosal Courtois, el ex del Porto secó a la delantera del Liverpool gracias a su colocación, anticipación y agresividad en los balones divididos. Realizó siete despejes, bloqueó tres remates de manera providencial que iban a portería, ganó tres de cuatro duelos y no fue regateado ni una sola vez en los 90 minutos de partido. Además, solo cometió una falta y recibió dos de sus rivales. En estos tres compromisos trascendentales, Militao borró de un plumazo las dudas sobre su figura. No hubo ni rastro de despistes ni de errores flagrantes, esos que le condenaron, sin ir más lejos, a ver una roja directa en el partido de Liga contra el Levante en Valdebebas (1-2).
Multiusos Valverde
Fede Valverde fue otro de los secundarios que salió reforzado de Anfield. Clave en el triunfo contra el Barcelona, el centrocampista uruguayo jugó infiltrado contra el Liverpool por un golpe en el pie y lo hizo, además, en una posición inédita para él: de lateral derecho en detrimento del denostado Odriozola.
El charrúa tardó poco en tomarle la medida a Mané pero cuando lo hizo selló su banda con la autoridad de un defensa experimentado. En el segundo tiempo subió al centro del campo para ocupar el lugar de un fundido Kroos y fue clave para darle aire e intensidad al centro del campo blanco. En un Madrid donde las vacas sagradas bajaron el nivel (a excepción de Casemiro), los secundarios dieron un paso al frente ●
El Madrid ha superado la semana más difícil gracias al buen hacer la Unidad B