Todo y todos contra Florentino
La retirada de los equipos ingleses fue la estocada mortal al proyecto de la Superliga de Florentino Pérez. Si la negativa del Bayern de Munich y el PSG a incorporarse al proyecto fue ya una señal de aviso, la presión de la Premier League y Boris Johnson y la reacción de los aficionados del Liverpool y el Chelsea, contrarios al proyecto, fue el detonante de la explosiva decisión de los clubs de Inglaterra.
Nunca antes Florentino había hecho tanto el ridículo. Aupado, sin duda por aquellas Champions seguidas, por su eterna sensación de poderío económico, y en mitad de la construcción de su nuevo templo futbolístico en el centro de Madrid, el presidente del Realísimo se creyó amo y señor del fútbol. Hoy todos están contra él.
Llegado a este punto, el de las deserciones, no entiendo como Liverpool, United, City, Tottenham, Arsenal y Chelsea se subieron al barco sin conocer las verdaderas consecuencias de su acción. El Bayern de Múnich, el club más institucionalista del mundo -Adidas= FIFA y UEFA- lo tuvo claro desde el principio, los catarís del PSG, aún más, a las puertas de su Copa Mundial 2022.
La egolatría le ha jugado una mala pasada a Florentino, que amenaza ahora a quienes le han dejado. Se ha creído más listo que la UEFA y la FIFA, los organismos opacos que controlan el fútbol y el designio de los clubes, aunque sean entidades privadas. La jugada le ha salido mal.
Por parte del FC Barcelona, se diría que Josep Maria Bartomeu dejó a Joan Laporta una bomba de relojería. Durante toda la semana he esperado la respuesta barcelonista y más, después del comunicado de la Superliga del miércoles, en la que se aseguraba que pese a la negativa inglesa el proyecto seguía en marcha. La salida del Inter y la Juve complicó todo, pero Laporta no movió ficha hasta ayer.
Es cierto que en el fútbol actual hay una dependencia de los clubs a los designios federativos que a veces roza el sin sentido. Son entidades privadas que tienen que regirse por férreos calendarios, y continuas amenazas por incumplimiento. El peso federativo es asimismo agobiante y el prestigio de la UEFA y la FIFA están en entredicho desde hace décadas.
Existe de hecho la creencia popular que una Liga regular a nivel europeo sería un gran espectáculo. Pero la idea de Florentino de reducir el cupo a los más grandes provocó tal irritación que el proyecto nació muerto. Dudo de que vaya a ponerse en marcha.
Una de las voces que clamaron contra este sistema fue Pep Guardiola. Dijo algo así como que “no es deporte cuando no hay relación entre esfuerzo y recompensa”. Las palabras no dejan de sonar un poco delirantes. El City es un club que ha gastado centenares de millones de libras para poder alcanzar los mayores títulos y sus propietarios han sido acusado de incumplir el ‘fair play’ financiero.
Las palabras de Pep sí dicen algo sobre el pésimo estado de este deporte. El fútbol se ha denigrado, es financieramente un desastre y es una burbuja que ya ha estallado. La Covid-19 ha asestado una puñalada de muerte a los clubes y la mayor parte de ellos están en la bancarrota.
La Superliga era para unos pocos un salvavidas. El reparto de dividendos era colosal para los clubes y muchos de ellos vieron en esta competición la solución a sus problemas. El dinero les cegó. Algo queda claro, el cisma provocado por el empecinamiento de Florentino, que ha quedado muy tocado, abre un conflicto colosal y será el desenlace del conflicto la gran noticia sobre esta polémica nueva competición.
FE DE ERRORES. En el último artículo se aseguraba que en la final de la Supercopa de España 2021 ante el Barça los jugadores del Athletic Club no recibieron ninguna tarjeta, cuando tres de ellos sí fueron señalados con amarilla por el árbitro, Dani García, Asier Villalibre y Jon Morcillo ●
La sacudida causada por la Superliga ha hecho tambalear al mundo del fútbol