TOCA SUFRIR
Rafa Nadal también lo pasa mal contra Nishikori, pero resiste y juega hoy frente a Cam Norrie en cuartos El once veces campeón apunta que “para mejorar necesito victorias y horas de pista como éstas”
→ Rafa Nadal sigue abonado al sufrimiento. Lo pasó mal en su estreno ante el bielorruso Ilya Ivashka, tampoco encontró la calma en el duelo de campeones frente al japonés Kei Nishikori. Ganó 6-0, 2-6 y 6-2 en 2h.19’.
Hoy dispondrá de otra oportunidad para asentar su tenis y acercarse a nivel alto que no acaba de alcanzar. Lo afronta con entereza, sabiendo que precisa dar pasos paulatinamente, que no es cosa de un día. “Necesito mejorar para ello necesito victorias y horas de pista como éstas”, apuntó. Dio por positivo superar las dos horas de juego en sus dos intervenciones. Quiere, y precisa, alta competición. Es la séptima desde marzo de 2020, cuando la pandemia cambió la normalidad conocida.
No espera menos dificultades con el británico Cameron Norrie (25 años y 58º ATP), pese a su dominio en el último Open de Australia por 7-5, 6-2 y 7-5. El sudafricano de nacimiento se benefició de los problemas físicos del belga David Goffin, que se retiró con 6-0 y 3-5.
El manacorí, 34 años y nº 3 mundial, hizo valer ayer con más dedicación que brillo sus once coronas en el Godó respecto al binomio de títulos del nipón, 31 años y 39º ATP. El histórico campeón asiático del evento dominó las ediciones de 2014 y 2015, pero ya en 2016 recuperó la hegemonía Nadal imponiéndose en la final a Nishikori.
Es un rival que se le da bien, incluso cuando el japonés ocupaba plaza en el top-10. Son 12 victorias en 14 compromisos, un 6-0 sobre arcilla. La tendencia se mantuvo porque el rey de la tierra tiene esa capacidad asombrosa de encontrar la salida del laberinto cuando más perdido parece hallarse.
Engulló los siete primeros juegos, 6-0 y 1-0, en media hora. Nadal destilaba más solidez que en su estreno, una mayor determinación en sus golpes. Continuaba fallando más de lo habitual, pero menos puntería mostraba Nishikori, que ayudó con sus tiros descontrolados al ‘rosco’, que resultó ser un espejismo.
El nipón empezó a meter bolas. Lógico. Nadal volvió a dudar, aparecieron los fantasmas que se ha traído de la derrota ante Andrey Rublev en los cuartos de Montecarlo. La mejora de uno y la indecisión del otro derivó en el 6-2.
En el momento más delicado, anímico y deportivo, Nadal salió del lío en el que se había metido sumando cinco puntos seguidos, levantando un 0-40, tres bolas de ‘break’. De repente, un saque y volea, un primer servicio eficiente, un ‘passing’. La magia del crack. Estaba contra las cuerdas, se rebeló y se salvó. Ese primer juego del tercer set resultó determinante, ya que apagó el fuego encendido en Nishikori y revivió la llama de Nadal. Aún debió salvar bola de ‘break’ con 1-1 para confirmar su relanzamiento a cuartos. No concretó dos puntos de 5-1 y otra vez afrontó amenaza de rotura con 4-2. Sobrevivió a todo.
Cosas de Rafa. Arrolla en tierra cuando se siente pletórico. También gana en días delicados, sin inspiración. La grandeza de un supercampeón, aunque precisa progresar ya que el torneo promete exigencia máxima. Quizás no aún contra Cam Norrie, pero en el horizonte asoman Schwartzman o Pablo Carreño y de la otra parte del cuadro saldrá un finalista temible. Los cuartos son Rublev frente a Sinner y Tsitsipas contra Auger-aliassime. Juventud y potencia. Mucho descaro y calidad ●
Se rehizo al salvar un 0-40 en el primer juego del tercer set, cuando estaba en peligro