Sensacional triunfo tras 180 km de fuga
→ El neerlandés Van Der Hoorn obró el milagro y se impuso al pelotón
→ En un día en la que no estaba permitida una llegada en solitario , en el que había muchos intereses en juego, en especial los de los sprinters, el corredor más fuerte de la fuga inicial logró ayer una sensacional y agónica victoria pese a la jauría de lobos que intentaba cazarlo. En su primera participación en el Giro, el neerlandés Taco Van Der Hoorn (Intermaerché) supo graduar su esfuerzo después de ser uno de los protagonistas de la fuga inicial y lograr un triunfo épico, de los que siempre se recuerdan y marcan la trayectoria de un corredor, en la tercera etapa, de 190 kilómetros entre Biella y Canale. El italiano Filippo Ganna (Ineos) mantuvo la maglia rosa de líder. Antes de que se empezara a rodar, el diseño de la etapa dibujaba un recorrido dividido en dos partes, con unos primeros kilómetros llanos y el encadenamiento de tres cotas puntuables y una cuarta que no puntuaba a 15 kilómetros de meta.
A los pocos kilómetros de iniciarse el día se formaba una fuga de ocho ciclistas, entre los que destacaba la presencia de Vincenzo Albanese, el integrante del equipo Eolo-kometa de Alberto Contador, y que tras pasar primero las dos primeras cotas reforzaría su liderazgo en la montaña. De la disciplina del grupo saltaba el ucraniano Andrii Ponomar, de tan solo 18 años, el corredor más joven en tomar la salida en el Giro desde la Segunda Guerra Mundial. Llegó a la altura de los escapados, salvó una caída de forma milagrosa, aunque al final pagó el esfuerzo y acabó siendo devorado por un pelotón en el que trabajó mucho el Bora, pensando en Peter Sagan, siendo el tres veces campeón del mundo, así como Ulissi y Gaviria, tres de los candidatos a la victoria del día. Pero el margen de los fugados se mantuvo. No la unidad de los mismos, de los que al final sólo quedaron Simon Pellaud y Van Der Hoorn. Éste último dejó al suizo a 8,6 kilómetros de meta y, pese a que sufrió de lo lindo, fue capaz de mantener una renta que metro a metro le iban recortando por detrás los más rápidos del pelotón, que despertaron tarde y se quedaron con la miel en los labios. A 3 kilómetros Van Der Hoorn tenía 18 segundos de margen, que mantuvo a 1,6 de meta y que al final se quedaron solo en cuatro ante el italiano Cimolai, el mejor al sprint. Entró Van Der Hoorn como no creyéndose lo que acababa de lograr, su primera gran victoria, después de 180 kilómetros de fuga, una gesta que pocos son capaces de lograr sobre todo en una vuelta ciclista de tres semanas.
Hoy, día traicionero, de constante sube y baja desde la mitad del recorrido, con el Colle Passerino (2ª) a 2 km de meta antes de acabar en Sestola, etapa en la que algunos favoritos pueden perder algo de tiempo ●