La eterna inspiración de 4.214 km.
Terry Fox se propuso cruzar Canadá de costa a costa con una pierna amputada para recaudar fondos para la lucha contra el cáncer
Con cero ‘likes’, cero ‘posts’ y cero ‘shares’, Terry Fox congregó a millones de seguidores en todo el mundo que estuvieron pendientes de cada kilómetro que dio con una pierna ortopédica entre el 12 de abril y el 1 de septiembre de 1980.
Se propuso recorrer los 7.152 km. que separan las dos costas de Canadá para recaudar dinero para la investigación y la lucha contra el cáncer. Era una locura y así se lo dijo su familia. Si conseguía, se dijo, que cada canadiense aportase un dólar a su causa, alcanzaría la cifra de 24 millones. Solamente por la determinación con la que encaró su reto ya es inspirador. La pierna ortopédica le producía un dolor insufrible en el muñón a cada golpe sobre el asfalto. Acababa cada jornada con moratones y sangrados pero a la mañana siguiente se levantaba a las cuatro y empezaba de nuevo su camino.
Terry Fox nació en 1958 en Winnipeg, Manitoba, en el centro de Canadá pero en 1966 sus padres deciden trasladarse a Surrey, cerca de Vancouver, en la costa oeste, buscando un clima más templado. El 12 de noviembre de 1976, a los 18 años, sufre un accidente de coche que le lesiona una rodilla. El dolor persiste y en marzo de 1977 decide consultar un médico. Las pruebas detectan un osteosarcoma, un tumor maligno del tejido óseo que requiere la amputación de la pierna y un año y medio de quimioterapia. Los médicos le comunican que las posibilidades de supervivencia a un cáncer tan destructivo son escasas. La noche antes de la amputación de la pierna, Terry lee un artículo sobre Dick Traum, el primer amputado en completar el maratón de Nueva York. Al salir del hospital tiene claro que él también quiere demostrar que la falta de una pierna no le impedirá realizar una vida normal y empieza a entrenar con ese objetivo.
Aunque el plan que tenía en la cabeza era mucho más ambicioso que correr carreras locales, su primera participación fue en una carrera de 27 kilómetros. En agosto de 1979 compitió en el maratón de Prince George junto a su amigo Douglas Alward. Terminó último a diez minutos de su predecesor pero no tiró la toalla.
En octubre de 1979 envió una carta a la Sociedad Canadiense contra el Cáncer en la que anunciaba su objetivo y solicitaba financiamiento. La sociedad se mostró escéptica pero aceptó apoyarlo cuando tuviese patrocinadores. Se movió, envió cartas y consiguió que Ford le diese una autocaravana, Imperial Oil el combustible y Adidas unas zapatillas. El 12 de abril de 1980, con 22 años, en St. Johns, Terranova, Terry hundió su prótesis en el agua del Atlántico y rellenó dos botellas de agua. Una como recuerdo y la otra para vaciarla en el Pacífico cuando llegase. Su amigo Doug le acompañaría en la aventura conduciendo la furgoneta a poca distancia de él. Lo cierto es que las primeras semanas fueron muy duras. El tiempo no acompañaba y los coches les pitaban para que se apartasen. Con constantes vientos y lluvias, tras 14 días de convivencia, Doug y Terry se enfadaron. Empezaron a discutir sobre el recorrido y acabaron por no hablarse. Entonces, el hermano de Terry, Darrell se unió al grupo para mediar entre ellos. Tras recorrer una tercera parte de la distancia prevista y haber recaudado 200.000 dólares canadienses llegó a Montreal el 22 de junio. Por aquellas fechas, tuvieron una grata noticia: el empresario Isadore Sharp, propietario de la cadena hotelera Four Seasons, les dejaba dormir y comer en sus hoteles. Al cruzar la frontera entre Quebec y Ontario, el calor era asfixiante pero no bajó nunca de los 42 kilómetros. En Ottawa fue recibido por el primer ministro Pierre Trudeau. Y llegó el fatídico día. El 31 de agosto sufrió un ataque de tos con un fuerte dolor en el pecho a las afueras de Thunder Bay, Ontario, que le obligó a parar, pidiéndole a Doug que lo llevara al hospital y ya no regresó a la carretera. Al día siguiente empezaba de nuevo con la quimioterapia. El 19 de junio de 1981 ingresó en el Royal Columbian Hospital con una congestión en el pecho que derivó a una neumonía. El domingo 28 de junio, cuando el sol empezaba a asomarse en la costa oeste de Canadá, Terry entró en coma y falleció. Trudeau se dirigió a la nación con las siguientes palabras: “No lo veo como alguien vencido por la desgracia, sino como alguien que nos inspiró con el ejemplo del triunfo del espíritu humano sobre la adversidad”.
Cuando Terry dejó el Maratón de la Esperanza había recaudado 1.173.292 euros