La seguridad de que el 3-3 iba a caer
Como en Roma y en Liverpool, como ante el Granada esta Liga, un equipo sin alma ni carácter se dejó remontar
→ Perder tantas veces una Liga es de una crueldad intolerable para una afición que lucha por ilusionarse pero que no para de llevarse mazazos. Este Campeonato empezó torcido, con empates ante Sevilla, Alavés, Valencia, la derrota contra el Madrid, la chirigota de Cádiz... Se venía del 2-8 de Lisboa y del burofax de Messi, ya no estaba ni Luis Suárez ni había llegado un sustituto, a Ansu le habían lesionado de gravedad... Koeman probaba el 4-23-1 sin éxito y, tras pasar por el 4-3-3, logró estabilizar el equipo a finales de diciembre, firmando un enero esperanzador y, aprovechando la ‘pájara’ del Atlético, se plantó en abril soñando con la Liga tras haber caído con el PSG con un digno partido de vuelta (la ida fue lamentable) y haber ganado la Copa. ¡Hasta se venció 1-6 en Anoeta!
Pero llegó el último parón de selecciones y, al regreso del mismo, el equipo empezó a flojear en las segunda partes contra Valladolid y Getafe. Se perdió en Valdebebas con un larguero en el último minuto de Ilaix pero la Liga seguía viva. Y empezó la cantinela. “Si lo ganamos todo hasta final de Liga, seremos campeones”, repetían Koeman y sus jugadores. Y llegó el partido del Granada, donde el Barça se podía poner líder. En casa. Y se puso 1-0. Y en la segunda parte acabó perdiendo 1-2. Lamentable. Se reaccionó ante el Valencia. Y llegó de nuevo el cuento de la lechera. “Si le ganamos al Atlético y todo lo que venga después, campeones”. Nada, tampoco. Un punto y gracias. Pero el empate del Madrid ante el Sevilla dejaba otra ventana de oportunidad. Se trataba de ganar al Levante que estaba virtualmente salvado. Y te pones 0-2 al descanso y líder provisional, sabiendo que el Atlético debe recibir hoy a la Real Sociedad y el Madrid, mañana, va a Granada.
Pero el Levante te mete dos goles en tres minutos, del 57 al 60. Para cortarse las venas, pero sólo cinco minutos después Dembélé marca el 2-3. Y ahí, con esa vida extra, ya tocaba rematar al Levante con el 2-4 o resistir, sufriendo o teniendo el balón en campo contrario. Ni una cosa ni otra. Había que obligar al Levante a bajar los brazos. Pero quien los bajó fue el Barça, inexplicablemente, en la última media hora. Y lo peor es que se veía venir el 3-3. Y llegó.
El cambio que ejecutó Koeman de Sergi Roberto por el ‘tocado’ Araujo no funcionó. La entrada de Dest tampoco y el lateral salió en la foto del 3-3. También Piqué y Ter Stegen. Al final, lo más importante de todo es, junto a la calidad que ya se presupone en todo un Barça, la actitud, el espíritu, el liderazgo, la ilusión, la pasión, el hambre, el carácter. Y eso no se vio para ganar un partido decisivo, tras ponerte con 0-2 al descanso. Igual tendrá que irse Koeman, pero más de uno de los que llevan ya tantas debacles y tantos ridículos seguidos deberían hacer también el petate. Ya no cuela mirar sólo al banquillo cuando varios jugadores han enlazado Turín, Roma, Liverpool, Lisboa, el último 1-4 del PSG, Granada y, ayer Levante ●
Tras el descanso (0-2) e incluso tras resucitar con el 2-3, faltó la ambición necesaria