Mundo Deportivo

Egan Bernal y Mikel Landa avisan primero

CICLISMO → Jornada dantesca por el duro final y la lluvia. Dombrowski gana la etapa y De Marchi nuevo líder

- Celes Piedrabuen­a

→ Hay días en los que la fama que siempre acompaña al ciclismo de deporte muy duro queda del todo reflejada, y ayer fue uno de ellos. Bastaba con ver el rostro de los corredores, su mirada perdida, sus labios, sus cuerpos hinchados bajo la lluvia y un cielo encapotado para certificar que sí, que este deporte es sólo para valientes. Estaba escrito que la 4ª etapa del Giro, de 187 kilómetros, entre Piacenza y Sestola podría provocar algún que otro revolcón y susto en la general, pero pocos pensaban que fuera de tal calado. El motivo no era otro que el contar con un recorrido que se prestaba a ello, con 2.800 metros de desnivel y con tres cotas de montaña ya de considerac­ión en la parte final. Una puesta en escena en la que además aparecía la lluvia y el frío, dibujando un escenario terrible, dantesco, pero también apasionant­e, en el que los más atrevidos siempre sacan provecho. Corredores como Mikel Landa.

El alavés leía bien la carrera y mandaba a sus compañeros, incluido Pello Bilbao, a tensar la cuerda en la última parte del día, teniendo por delante una escapada que tenía muchos números de llegar, consciente que tenía que empezar a recuperar el tiempo perdido en la crono inaugural y ver cómo reaccionab­an sus máximos rivales.

La etapa de ayer fue de aquellas de jugar al gato y al ratón. Por delante, una numerosa escapada, de la que al final sólo quedarían Taaramae y Jensen. Su margen respecto a un grupo comandado al inicio por

Ineos llegó a ser de más de ocho minutos, un margen que se iría desvanecie­ndo a una gran velocidad cuando la carrera encaró su parte complicada, los ascensos a Castello di Carpineti (3 km al 7,8% con rampas del 14%), Montemolin­o (8,6 km con rampas del 5% al 18% y el temido Colle Passerino (4,3 km al 10%).

El esfuerzo de ambos corredores cabeza de carrera era titánico, agónico, por la tensión generada en esta situación de etapa, por tener que controlar el margen que tenían con la fuga de la que ellos también formaban parte y por la diferencia que les separaba del gran pelotón, que fue perdiendo unidades a medida que avanzaban los kilómetros. De Marchi y Joe Dombrowski llegaron a la altura de Taaramae y Jensen a 4,3 kilómetros de meta. El italiano y el norteameri­cano se fueron rápido de ellos. En juego, el liderato y la victoria de etapa. A De Marchi le salió un rival complicado en Dombrowski, que ganaría tras 4h58’38” agónicas de esfuerzo, pero él cumpliría un sueño de niño al vestirse de rosa.

Por detrás, en el paso por la localidad de Fanano, el Bahrain ya mostró todas sus cartas, con un Landa que saltó fuerte del grupo de los notables a 2,8 kilómetros de meta. Cazó a Ciccone, que había demarrado metros atrás. Ambos tomaron una distancia, hasta que por detrás se movieron Bernal, Vlasov y Carthy. Este quinteto marchó unido hacia la ansiada meta de Sestola, mientras por detrás los Yates, Evenepoel, Soler, Almeida, Martin o Nibali perdían unos segundos preciosos en un día en el que el Giro mostraba el por qué tiene la fama que tiene de duro, incierto y apasionant­e.

Y eso que, el 104º Giro de Italia, no ha hecho más que empezar ●

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FOTO: INEOS La cara de los ciclistas en la llegada a la meta ya indicaba la dureza de la cuarta etapa

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