Ellas, menosprecio cero
Todo está decidido antes de cumplir los 12 años” decía el pensador francés Charles Péguy. Con esa edad, Bruna Vilamala ya defendía la camiseta alevín del FC Barcelona (a la derecha en la foto con Jana Fernández). Ahora, a sus 18 años, anotó el gol para la consecución del sexto título femenino de Liga. Sin embargo, el trabajo no ha terminado. La plantilla ha llegado para marcar época y este domingo afronta un reto mayúsculo. En Göteborg, con el Chelsea como rival, la ilusión de conquistar la primera Champions femenina en la historia del club.
Con la vitola de favorito, la incertidumbre estará al acecho. Una incertidumbre bañada en estos momentos de júbilo. Si en situaciones ambiguas el cerebro busca estrategias para obtener seguridad, la tentación siempre estará en el campo. Y el antídoto será claro: intentar competir con seguridad sin caer en la jactancia. Si querer es tener el deseo, la voluntad o la intención de hacer algo, como ganar la primera Champions, saber es tener conocimiento, capacidad, información para completar una tarea. Es probable que su entrenador, Lluís Cortés, tenga bien estudiado el método.
Llegados a este punto, cabe hacerse una pregunta: ¿de qué depende conseguir los objetivos marcados? Cumplirlos depende más del saber que del querer. El saber nos ayuda a entender cómo funciona el mundo. En este caso, detectar aquellos mecanismos que pueden desmontar tácticamente al Chelsea. Saber nos permite clasificar nuestras propias reacciones, conocernos a nosotros mismos. Si no se dispone de ese saber, el hueco se llena de creencias, convicciones que damos por ciertas sin llegar siquiera a comprobarlas. Sería el caso del menosprecio al deporte femenino. La calidad de juego no depende del género, procede del trabajo mental de la deportista, de la seguridad en competición y el compromiso con una misma.
Todas estas creencias tienen un papel fundamental. Cuestionan nuestras capacidades, ponen en tela de juicio nuestros méritos, llegando a ejercer un poder limitante sobre nosotros. Hemos crecido con ellas y su mensaje ha calado en nosotros, filtrados por los medios de comunicación o a través de nuestro propio entorno cultural. Si elegimos trabajar con la esperanza de ganar partido a partido, estaremos más cerca de superar los retos. Quién sabe, quizá este domingo el desafío de la primera Champions femenina esté al alcance de la mano ●