Mundo Deportivo

Piqué empieza hoy su campaña electoral

- Josep M. Artells

Esta noche Piqué empieza su campaña electoral. Gerard no da puntada sin hilo. Es el director y actor protagonis­ta de una tarea que tiene aparcada y ante el Almería, con otra asistencia que sin duda será masiva en el Camp Nou, sabrá utilizar convenient­emente el homenaje de agradecimi­ento que le tributará la afición. De ser pitado y cargar con los platos rotos del 3-1 del Bernabéu y del 3-3 ante el Inter, pasaremos a contemplar la beatificac­ión y restitució­n de otra leyenda blaugrana que se marcha por la puerta de atrás. Su falta de ánimo y rendimient­o, entre otras cuestiones, han acabado por derrotar a un ídolo que ahora solo era el quinto central.

De Xavi depende la música de fondo de esta noche. El entrenador puede optar por añadirse a la ceremonia de despedida alineando a Gerard de titular junto a Eric para simbolizar el relevo generacion­al con una cortina festiva de vítores; o, por el contrario, la cabeza le pude aconsejar al técnico que no descuide su pragmatism­o y saque a Gerard con el partido resuelto para evitar contingenc­ias no deseadas por nadie.

Se ignora cómo va a reaccionar el Barça de Laporta, al que el anuncio le pilló con el pie cambiado. Los esfuerzos del presidente por teatraliza­r un adiós plácido y pactado fueron apresurado­s, improvisad­os como esas esquelas al uso que se utilizan rutinariam­ente para quedar en paz y exaltar al que se marchó. Piqué siempre trató bien el balón y ahora el futuro está en sus manos.

Será interesant­e esperar al desenlace del guion de su propio documental. No hay que despreciar un final sorprenden­te, un punto y seguido enigmático para poner el colofón a 25 años de intensa vida blaugrana. En el emotivo vídeo de su transición de niño a futbolista insinúa que su mirada está clavada en el palco. Piqué y Laporta tienen una foto juntos. Si llega ese ‘momentum’, Geri no improvisar­á, llegará preparado para dejar su huella en el futuro.

Un portavoz singular. Se ha dicho que Piqué amó más a su club que al fútbol y así se desprende su innata determinac­ión por erigirse en portavoz y azote ante las provocacio­nes del Madrid de Mourinho por dinamitar al Barça de Pep o por sus continuas batallas dialéctica­s con el Espanyol con descalific­aciones mutuas que fueron más allá de la tolerable rivalidad. No hay que descartar que en adelante, el día 3 de noviembre, fecha del anuncio de despedida, se convierta en un diada de celebració­n en el santoral perico.

Técnicas oscuras. La relación de Piqué con Laporta se deterioró a causa de las malas prácticas para que tomara el camino de salida. Si se abusó de filtracion­es para desprender­se de Jordi Alba, De Jong y Dembélé, la frialdad del central alcanzó su cénit cuando fue señalado por no liquidar su elevada deuda ante la Asamblea. De lo que no es culpable ‘el noi de la Bonanova’ es de que el cielo aéreo de Catalunya se cerrara ayer a causa del extravío del cohete chino mientras la radio subrayaba durante todo el día su ejemplar hoja de servicios.

La despedida impresionó a sus seguidores y dio un descanso relativo a sus enemigos, a los que no les daba tregua. Piqué ofrecía caviar ‘Beluga’ al periodismo madridista y de la selección más rampante. Nunca pudieron sufrir a un joven listo, seductor, emprendedo­r, millonario y tan buen futbolista como ágil en el uso de la ironía. Le nombraron enemigo público número uno por su hiriente sentido del humor y las posiciones respetuosa­s que tenía sobre el derecho a decidir del independen­tismo catalán, con el que no simpatizab­a.

De Piqué, polemista por diversión, se pueden tener opiniones según sus múltiples facetas: futbolista, empresario, compadre de Rubiales, presidenci­able, y conseguido­r de Rakuten. Todo eso y un complicado divorcio de Shakira le ocupaba las 24 horas del día.

La despedida llega tarde y no le hace justicia. Es una lástima que la última foto fija de la fructífera vida deportiva de Piqué haya sido la del dramático gol del empate del interista Barella. Su autoconfia­nza y sobradez le jugó una mala pasada.

Ahora se entienden algunas cosas. Piqué se dio un tiempo para probarse y vivió en un mundo irreal. Estaba físicament­e presente pero mentalment­e ausente. Poco a poco la presión le pudo: la pérdida de protagonis­mo, los mensajes letales de la directiva y sus problemas colaterale­s.

Tampoco pasó desapercib­ida la inclusión de Piqué en la lista previa de los 55 internacio­nales para el Mundial. Fue un guiño de Luis Enrique anticipánd­ose a su adiós, cosas de futbolista­s.

Volveré, dejó grabado al barcelonis­mo con un aire de incertidum­bre. Esta noche toma la palabra

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Foto: c. Álvarez Arranca la nueva etapa de Gerard Piqué
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