Las viejas glorias y mamá
La final del Mundial de Qatar 2022 se disputaba entre la selección francesa y la argentina. No cabe duda mencionar que Mbappé es un gran jugador y Messi ya es un referente mundial. Mbappé y sus tres goles durante el partido más el penalti en la tanda de una final del mundo es para merecerse unos buenos adjetivos, y Messi... sin palabras.
Todo lo que concierne a endiosar a ciegas y sin argumentos a los deportistas deberíamos mirarlo con cierto relativismo, y todo lo que concierne a referenciarnos en otros pero como caminos que nos puedan guiar, siempre debería ser bienvenido.
Si Pelé es un referente para Brasil, Cruyff para Holanda y Maradona y Messi para Argentina, en estos tiempos navideños, mamá sería el referente exclusivo de nuestros hogares.
Si Messi luchó por la excelencia, mamá luchó por tener a su mejor familia. Si Pelé, Maradona y Cruyff se convirtieron en leyenda, mamá se convirtió en adorable al ser recordada.
Mamás como Encarna, Charo, Antoñica, Josefa y tantos otros nombres de una lista interminable de madres, representan nuestras viejas glorias familiares.
Todas y cada una de ellas son el faro que buscamos para llegar a buen puerto. En estas Navidades volvemos al calor del hogar, volvemos a ese abrazo tan añorado.
Podemos ver como al finalizar cualquier partido el equipo se funde en abrazos. Abrazos como símbolo de comunicación no verbal que se hacen extensibles a todos los miembros y nos permite exteriorizar sentimientos de gratitud, de afecto, de compartir, de éxito, de apoyo para no desfallecer. Y así como hizo Messi evocando a Maradona en su lanzamiento de penalti, podemos ver cómo miran al cielo, agradeciendo a sus ídolos futbolísticos su bendición para el éxito.
Igual que hacemos nosotros en nuestros hogares evocando o abrazando a mamá. Origen y semilla de nuestras raíces. Raíces que nos envuelven y acogen por Navidad ●