‘Un perico no se rinde nunca’, pero sí se cansa
→ Nueva desilusión para la afición, que cumplió al responder a la llamada del club
→ No había echado a rodar el balón por el césped y ya resultaba innegable que lo de anoche era una final. Sin trofeo que entregar al término del encuentro, pero una final. Así lo entendió la afición del Espanyol, congregándose centenares de personas para recibir al equipo cuando quedaban dos horas para que arrancase el duelo y dejándose la garganta en el estadio para empapar a los jugadores de su ánimo y gallardía.
En una noche agradable teniendo en cuenta lo cerca que está el estadio del río Llobregat y la consecuente humedad, el feudo perico acogió a 28.512 espectadores. Dicho de otra forma, aconteció la que hasta la fecha es la mejor entrada de la temporada. El club hizo una llamada a los suyos y estos respondieron de la mejor manera posible. Pero, como vienen sufriendo desde hace demasiado tiempo, los pericos experimentaron una nueva desilusión que hizo que se marchase a casa con la cabeza gacha. Pocos lo hicieron dibujando una mueca que desprendiese ni siquiera un ligero optimismo.
Lo cierto es que equipo y afición
Se experimentó la mejor entrada del curso con 28.512 espectadores
escenificaron encontrarse en perfecta armonía. Porque aunque el respetable nunca perdió la fe y desde el primer minuto intentó darle su aliento a los jugadores, al mejorar el juego y aparecer las ocasiones de gol en el segundo acto el ánimo de la grada también se intensificó. Es inevitable. Es pura retroalimentación blanquiazul.
No bastó. Las buenas intenciones y la mejoría experimentada por el equipo respecto a los partidos ante el Athletic y el Betis no alcanzó para lograr el más que necesario triunfo. Y a Luis García y a los suyos no les queda otra que mirar adelante y dar lo mejor de sí mismos en las ocho finales que restan por disputarse. La siguiente será en Vila-real, localidad que en el pasado ha sido lugar de peregrinación perica pero esta vez, por disputarse el partido entre semana, no lo será de la misma forma.
Le toca al equipo. Le toca a los jugadores demostrarle a la afición que son capaces de sacar esto adelante. ‘Un perico no se rinde nunca’, dice el lema de la salvación, parafraseando al propio Luis García, pero sí se cansa de tanta desidia y sufrimiento ●