¿Quién pasará una hora atrapado para salir de Montjuïc?
El viernes, justo antes de entrar al Palau a ver el Barçazalgiris, dos socios veteranos me paran y me comentan que ir a Montjuïc, para ellos, será imposible. La subida de los precios es un impedimento cuando te cuesta dos meses de pensión. Ya dentro del pabellón, hasta tres consocios me expresan su indignación porque, con los 1.450 millones de los inversores (“compañeros de viaje” según Eduard Romeu), no se podrá construir el nuevo Palau Blaugrana. “¿Y entonces, dónde jugaremos?” me expresa un abonado que cree que, con la ampliación del Camp Nou, los dos edificios no podrán convivir tan pegados. Otro socio, un abogado que tuvo responsabilidades en tiempos de Ronaldinho, me comenta que la subida de precios se puede impugnar, porque debería haber pasado por Asamblea. El domingo, la salida del concierto de Springsteen fue un caos. Peligrosos tumultos de gente que no iba ni para aquí ni para allí, y 47 minutos de reloj para ir, andando y sufriendo, desde la puerta 4 de lateral hasta el metro de Plaza España. Por más que el sostenible Portabella diga que se iluminará, señalará y asfaltará el camino, los embudos van a seguir ahí. De todo ello se deduce que, por precio y por incomodidades, quizá si que al final ya serán muchos si 27.385 abonados del Camp Nou deciden comprar el pase de temporada para Montjuïc. El objetivo de poner muchas entradas a la venta, para que muchos turistas paguen mucho, está más cerca. Quizá hubiera sido mejor, y más sincero, decir: “Socio, el club necesita recaudar mucho más. Aprovechemos el año y medio de exilio para hacer caja. Ayúdanos. Quédate en casa” ●