El despertar del ‘soci’
El ‘soci’ del Barça, aquel del que decía Núñez que “no se le puede engañar”, parece dispuesto a sacudirse la pereza y a pedirle explicaciones a Laporta por la opaca labor con que se está gestionando un asunto tan delicado, como trascendente, que es el Espai Barça. A mediados de la próxima semana, el martes o a más estirar el miércoles, el presidente de la comisión económica estatutaria, más todos sus miembros, y el Síndic del soci, recibirán sendas cartas de un grupo de socios, encabezados por el prestigioso economista, profesor emérito de IESE, Jaume Llopis, barcelonista de largo recorrido, con número de socio 890, que le convierte en miembro del senado blaugrana. En las citadas misivas se pide explicaciones por el incumplimiento de la directiva sobre algunos de los compromisos que se adquirieron tras la
Asamblea Extraodinaria del 20 de octubre del 2021 que facultaba a la junta a solicitar 1.500 millones de euros de créditos para poder ejecutar un proyecto tan imprescindible para la futura economía del club,
Les puedo decir que conozco a Llopis desde hace 42 años, el día que me citó en su despacho de director general de Moulinex, en la Diagonal de Barcelona, para explicarme de primera mano, por los muchos contactos que entonces la empresa tenía en Argentina, que el Barça podía ir olvidándose de fichar a Maradona, si no era más allá del Mundial 82 que se tenía que jugar en España. Esta era la voluntad firme de los militares, que en los albores de su dictadura veían al Pelusa como uno de los pocos factores de rearme moral de un régimen que ya no se sostenía. Para corroborar sus argumentos, Llopis me puso en contacto con el almirante Carlos Alberto Lacoste, la cara amable, con aspecto de play boy, de la organización de la Copa del Mundo del 78, al que pude entrevistar en los micrófonos de Ràdio Barcelona. Es aquel que amedrentó, y ya es difícil, a Minguella cuando ya tenía firmada la marcha de Diego a Barcelona.
Además de poseer un brillante currículum como ejecutivo, Llopis tiene una pasión enfermiza por el futbol, hasta el punto de que en su juventud llegó a jugar en el Elche y ha intervenido en diversos procesos electorales del FC Barcelona. En el de 1978, formó parte de la candidatura de Casaus y tras el mismo entró con la directiva de Núñez en el fútbol base, cargo del que dimitió al cabo de nueve meses. Algo parecido a lo que le sucedió en los últimos comicios, donde dio su apoyo al retorno de Laporta ,quele compensó con un sillón en la comisión del Espai Barça que abandonaría ni medio año después porque se sintió engañado por el presidente por la inesperada salida relámpago de Messi del Barça. En la actualidad duda de la viabilidad del retorno de Leo por cuestiones económicas.
Pero de lo que está más preocupado es del nepotismo con que Laporta gestiona el Barça, que “ha convertido en una dictadura en la que solo tienen cabida sus familiares y amigos nombrados a dedo”, denuncia Llopis. Después de dos años, en que la masa social le ha dado todo el apoyo que se ganó con su aplastante victoria en las urnas, son muchas las dudas que arroja la ejecución del Espai, donde no se sabe verazmente si tiene cabida el nuevo Palau Blaugrana y si su financiación puede llevar de manera inexorable al club a convertirse en una SA, por la imposibilidad de retornar los créditos.
A lo que muchos interpretarán como el amago de un golpe de estado o del embrión de una moción de censura, que por muchísimo menos Laporta promovió como miembro destacado del Elefant Blau contra Núñez en el 1997, pocos meses después de haber aplastado a Ángel Fernández en las elecciones, que no les engañen con la interpretación que se pueda dar desde el propio club. La nefasta política de comunicación por la que se tacha de enemigo a todo aquel que ose a mantener cierto aire crítico, convertirá en proscritos a los promotores de una acción que únicamente persigue algo tan simple como transparencia en la línea de actuación de los rectores de la entidad. Porque con eso se estará más que satisfecho, sin la necesidad de dividir al barcelonismo, ni de que este se pueda sentir confundido por sus dirigentes ●