Busquets y un derbi distinto
Llega un derbi distinto. Lo es porque será el primer partido después de que Sergio Busquets haya anunciado su inminente adiós al club de su vida. Y lo es también porque el derbi de Cornellà pilla al Espanyol con el agua al cuello por no bajar a Segunda y al Barça esperando saber la fecha de su alirón de Liga, que puede ser precisamente en casa del eterno rival. Siempre he entendido la rivalidad como algo sano para el fútbol, en el que es lo más normal del mundo que unos quieran ganar a los otros y viceversa. Y hasta ahí.
Recuerdo mis tiempos de futbolista, en una época seguramente más dura que la actual en cuanto al juego cuerpo a cuerpo. Pues bien, en los derbis ante el Espanyol, ya fueran en el Camp Nou o en Sarrià, nadie conocía a nadie. Mientras rodaba el balón, cada uno iba a por todas para que ganara su equipo.
Pero en cuanto el árbitro pitaba el final yo puedo decir, tanto en los partidos que llamábamos entonces ‘de la máxima’, ante el Espanyol o ante el Madrid, que luego todos ‘tan amigos’. Puedo decir, a modo de ejemplo, que yo me llevaba muy bien con el recordado Urruti cuando aún era el portero del
Espanyol. Era mi vecino. Lo mismo puedo decir de otros jugadores blanquiazules como Huertas o Paco Flores. En el campo no conocías a nadie. Fuera, te ibas a tomar un café.
El derbi llega, como decía, con la confirmación de la marcha de Busquets. Hombre de club, creo que acierta hasta en el momento, ganando y dejando un recuerdo en alto para los culés. Se merece lo mejor. Y además suele ocurrir algo: cuando estás no se te valora tanto, pero a la que te vas, al principio te echan más de menos que nunca. Es lo que tiene el fútbol ●