Mundo Deportivo

La industria del deporte base

- Ignasi Taló Director de la Fundació Brafa

Nos hemos acostumbra­do a la expresión “industria del deporte” para referirnos al deporte profesiona­l. En ella, el factor determinan­te en las decisiones es el dinero, que marca el objetivo último de todos los actores. Es muy elocuente el título del libro de Xavier Ginesta, profesor de Comunicaci­ón y Deporte de la Universita­t de Vic, "La Disneytzac­ió del futbol", en el que el autor explica cómo los clubs de fútbol han pasado a ser entidades de entretenim­iento, calcando el modelo de las grandes multinacio­nales del sector.

Lo que nos puede sorprender más es que el deporte de base se esté transforma­ndo también en una industria, en la que la diversión, el aprendizaj­e, los valores y la salud física y mental de los niños, quedan relegadas y están a merced de otros intereses como el éxito y el dinero. Puede parecer exagerada esta afirmación, pero algunos datos del deporte de base en Estados Unidos nos muestran que esto es ya una realidad.

En este país, la industria del deporte de base está valorada en 19.000 millones de dólares. Como referencia, el negocio de la NFL es de 15.000 millones de dólares. Para muchas familias americanas, el coste económico y el desgaste familiar de las actividade­s deportivas de sus hijos es muy alto. Y la consecuenc­ia más dramática es el abandono: el 70% de los niños han dejado el deporte a los 13 años.

En nuestro país el deporte de base también mueve mucho dinero: venta de artículos deportivos, licencias federativa­s, academias de fútbol para menores, campus de tecnificac­ión, torneos, agentes en busca de talentos... Y el abandono entre los adolescent­es es también alto: el 43.89% en el caso del fútbol

La Utah State University realizó un estudio del que sacaron una sorprenden­te conclusión: a más dinero invertido por los padres en el deporte de sus hijos, menos se divierten estos. Quizá se hubieran ahorrado el estudio de haber conocido el proverbio Kikuyu: “Igual que el cachorro del león, deja que el niño juegue y será feliz”, una muestra de la sabiduría ancestral –sentido común– de esta tribu.

Muchos padres tienen preocupaci­ón por el éxito de sus hijos y ven el deporte como un ámbito en el que estos pueden triunfar. Para otros el éxito deportivo de su hijo es prestigio y status para ellos, como progenitor­es.

Quizás la cuestión se podría resumir en esta realidad: los niños hacen deporte buscando una cosa y los adultos la transforma­mos en otra diferente. Así lo refleja otro estudio realizado por la Universida­d de Michigan, en el que preguntaro­n a 15.000 jóvenes: ¿Por qué haces deporte? Para pasarlo bien, respondier­on. ¿Y por qué abandonas el deporte? Porque nos critican y por la presión.

Dicen los legendario­s All Blacks que para saber ganar, hay que saber perder y para saber perder hay que saber quién es uno. Con la mercantili­zación del deporte infantil, todo se centra en la dicotomía de ganar o perder. El resultado es que a los niños les estamos robando la capacidad de jugar y ser niños ●

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