la Eurovisión de Xavi
los eurofans despliegan una atracción fervorosa por Eurovisión. Casi religiosa. Ni siquiera les afectó el pucherazo de la pasada edición cuando la UER detectó que seis países mercadeaban con los votos. Entender cómo funciona hoy el festival es tarea peliaguda para un clásico: los jurados de las previas apenas son conocidos; se suman votos de simpatizantes y votos oficiales; el frikismo y el cantautor se mezclan en el escenario; las redes ofrecen una variada oferta en un arco comprendido entre el chismorreo, el pitorreo y la hinchada fiel. Es imposible seguir la onda para el inadaptado que se quedó en el camino con Mocedades y ‘Eres tú’.
España aportaba al evento un artista en ciernes y el equipo habitual de TVE. Rafael Ibarbia dirigía la orquesta con un jersey blanco de cuello alto. José Luis Uribarri deleitaba al espectador explicando secretos del evento; José María Iñigo daba el toque pop de periodista ilustrado. La velada en TVE consistía en darse un atracón de veintitantas canciones con sus consiguientes palizas en forma de postales turísticoculturales.
A continuación, se seguían los vericuetos de la geopolítica celebrando con júbilo las votaciones favorables de Portugal, Alemania y Suiza. El jurado, reunido en Madrid, correspondía con paridad a los países extranjeros que otorgaban votos al artista patrio. A los países del este, ni agua.
Hace un mes, Massiel reapareció en Eivissa. La cantante madrileña, de 75 años, recibió el homenaje a su triunfo en Eurovisión en 1968 en la localidad de Santa Eulària, donde se refugió para pasar la pandemia. Sus amigos del modesto club de fútbol de la localidad, la SCR Peña Deportiva, la invitaron a hacer el saque de honor en el partido ante el AE Prat, un sencillo acto que fue recogido por la prensa balear. 55 años antes, Massiel se había impuesto en campo contrario al mismísimo Cliff Richard ante 200 millones de telespectadores y 25 países.
Su nombre verdadero era María de los Ángeles Santamaría Espinosa y fue la primera cantante española en ganar en Eurovisión con el ‘La, la, la’ el 6 de abril de 1968 venciendo por un punto y contra pronóstico en el emblemático Royal Albert All al ídolo del momento con su ‘Congratulations’.
Las portadas de Mundo Deportivo y La Vanguardia abrieron al día siguiente con la muerte del defensa uruguayo Julio César Benítez alos28 años y en el interior se daba noticia de la hazaña de Massiel. El repentino fallecimiento, ocurrido la tarde del día 6, sacudió el barcelonismo y el mundo del fútbol. La conmoción general hizo que el Clásico que debía jugarse el domingo se aplazase 48 horas.
Massiel, con 21 años, tuvo diez días para preparar su actuación tras el conflicto que originó la renuncia de
Joan Manuel Serrat. Con la minifalda como icono de la nueva mujer y símbolo de libertad, se fue a buscar un vestido atrevido en Dior, en París, junto a su amiga fotoperiodista Joana Biarnés. No recibió un buen trato en la célebre boutique, contó el experto Juan Gutiérrez en Vanity Fair. Biarnés se la llevó a Courrèges y se le abrió el cielo con el famoso vestido corto floreado de margaritas que encajaba con su espíritu libre y comprometido. El talento y bravía de la Tanqueta de Leganitos hizo el resto.
Salomé con ‘Vivo cantando’, logró el segundo y último triunfo español en 1969 con un cuádruple empate.
El festival de Eurovisión de hoy es un galimatías más difícil de conciliar que la Kings League o el juego invisible de Busquets. Sergio ha sido el jugador menos valorado de la época más brillante del Barça. Ha sido el saco de todos los palos, el menos correspondido en premios y al que no se le perdonaba una pérdida. Sus 15 años en primera línea han sido destacados por sus entrenadores y por sus compañeros, a quienes mejoraba y ocultaba sus errores. Busi se ha ido bien, con inteligencia, ganando. Se va con 31 títulos y una Liga que está al caer en un fútbol cada vez más físico que ha dejado en el museo el mediocentro de posición. Todos, excepto Xavi.
La Eurovisión de verano de Xavi . La consecución de Laliga y la ausencia de Mateu Alemany va a fortalecer a Xavi dentro del club. No es lo mismo pedir a Bernardo Silva sin títulos y cuando su labor estaba evaluándose que con un trofeo mayor bajo el brazo. Hoy está más fuerte, por lo que no habría que descartar que formase un tándem de verano con Jordi Cruyff a la espera de que se aclare lo de Deco. Sigue viendo a De Jong de interior, rompiendo líneas y cerca del área. No hay que descartar un nuevo acoso sobre Zubimendi