Mundo Deportivo

Los 7.000 de Montjuïc

- Xavier Bosch

En otoño, el Barça hizo una encuesta a los abonados del Barça para estimar cuántos de ellos tenían la intención de subir a Montjuïc a ver los partidos de la temporada 2023-24. En el club se dieron cuenta de qué serían pocos. Menos de 30.000, creyeron. De ahí que el 25 de abril, el día que presentaro­n la movida para subir a la montaña maldita, el Barça anunció que reservaba 27.385 butacas para sus abonados, del total de 49.472. Parecían que eran muy pocas. Ahora sabemos que incluso se pasaron de optimistas. Sobrarán asientos por todas partes. TV3, al día siguiente de ganar la Liga, informaba en su TN que solo 7.000 socios habían pedido el pase de temporada para Montjuïc. La cifra de fieles es tan ridícula que, a parte de ser un revés para los que proclaman que tenemos la mejor afición del mundo, ha obligado a la junta de Laporta a repensar su estrategia. El mismo presidente, el lunes por la mañana le dijo a Basté (RAC1) y a Oltra (TV3) que iban a dar marcha atrás en la subida de precios de los asientos de Montjuïc. Rectificar es de sabios. O, por usar otro refrán castizo, a buenas horas mangas verdes.

A pesar del título de Liga, a pesar de que nos hacen pensar que Messi puede volver, la gente no se ha apuntado a Montjuïc por un cúmulo de incomodida­des que se pueden enumerar. Subir al Lluís Companys es un calvario, salir del Estadi un agobio, no tener localidad fija, sentarte cada vez en un lugar distinto, tener que avisar que piensas asistir a cada encuentro, no disponer del ‘Seient Lliure’, ver el fútbol de lejos por la pista de atletismo, en invierno “fot un fred que pela” y aparcar va a ser imposible. Ni cerca ni lejos del Olímpico. Todo eran pegas. En el año de sacrificio por el bien del Barça y de las obras, los socios sabíamos que sería un año difícil en lo logístico y en lo económico. A pesar de todo ello, si aún estabas indeciso, la junta se sacó de la manga el nuevo precio -aplicado sin escrúpulos y a traición- que fue el factor determinan­te para que muchos abonados dijeran: “Pues no voy”. A este precio desorbitad­o, no.

Sólo así se entiende esta tan masiva abstención del barcelonis­mo, que ya se tomó a la fuerza un año de excedencia por la pandemia. Por aquel entonces, en la temporada 20-21,el abonado aprendió que podía ver todos los partidos desde casa, y ahora piensa que, el próximo curso, será ideal para volver a verlo desde el sofá. Finalmente, cuando Laporta y Romeu retoquen las tarifas y las devuelvan a cifras lógicas, veremos cuántos abonados más se apuntan a Montjuïc. Se supone que los que en su día marcaron la casilla de “renuncio a ir”, tendrán una segunda oportunida­d para inscribirs­e. De momento, por no subir al Lluís Companys, no irán ni Mateu Alemany ni Jordi Cruyff. ¿Qué habrán visto los dos jefes del fútbol para tan fulgurante estampida? Quizá un cambio radical de Deco-rado ●

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Foto: PEP MORATA El Estadi Olímpic Lluís Companys será la casa del Barça 2023-24
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