Zubimendi pasó el examen del Camp Nou con sobresaliente

Barça-real Sociedad. Los de Xavi no se jugaban nada, esperando el pitido final para dar rienda suelta a la celebración liguera. Los donostiarras sí se jugaban mucho. Se podían asegurar, prácticamente, disputar la próxima Champions o, lo que es lo mismo, ganar el Campeonato de los otros 17 equipos que no son los tres grandes que se han repartido las últimas 19 Ligas. Era, también, el primer partido de Busquets en el Camp Nou desde que anunció su adiós. Y casualmente era la noche en que los aficionados barcelonistas se podían fijar en Martín Zubimendi, el mediocentro por el que suspira Xavi, para relevar a Busi. La suerte de estar en el estadio, y no estar supeditado al plano televisivo que sólo te permite ver un jugador cuando está cerca del balón, es que tienes una visión completa del futbolista. Y Zubimendi, en el Camp Nou, impresionó y maravilló. Defensivamente y ofensivamente. No sólo por tapar un gol cantado a remate de Kessie o por, en la jugada del segundo gol, robarle el balón a De Jong, lanzar el contragolpe de área a área y correr más rápido que nadie para regalarle el 0-2 a Sorloth. Lo mejor es ver cómo Martín Zubimendi se ofrece siempre para recibir, cómo la da con criterio (a menudo al primer toque) y dando el pase fuerte para no dar tiempo de reacción al rival. Dirige a sus compañeros, señala, ordena y manda. Constantemente. Es la continuación de Imanol Alguacil en el campo y, a sus 24 años, juega con un temple y una valentía de veterano. Como dice Xavi, Busquets es el molde con el que compararemos para siempre cualquier mediocentro que juegue en el Barça. Zubimendi resistiría bien la comparación ●