“siendo recogepelotas me impresionaba ver a Cruyff, rexach o Asensi de cerca”

→ La primera vez que recuerdo haber estado en el Camp Nou fue cuando tenía nueve años, en el debut de Johan Cruyff con el FC Barcelona contra el Granada. Teníamos los asientos en la segunda gradería, tocando al Gol Nord, y después de comer en casa de los abuelos, como era tradición los domingos en nuestra familia, y en muchas más, mi abuelo, mi padre, mi tío y mi primo vinimos ese día al campo. Igual antes mi padre y mi abuelo ya me habían llevado a algún partido, seguro, pero el primero que recuerdo yo personalmente fue ese.

Una de las cosas que me quedó grabada en el recuerdo fue que estábamos en unos bancos alargados y allí nos sentábamos, todos apretados.

Poco después, ya como recogepelotas del Camp

Nou, recuerdo especialmente que el jugador del equipo que más me gustaba era el Cholo Sotil, porque fue el primero que me regaló una camiseta del Barça y eso me marcó muchísimo. La tenía colgada en el cuarto en casa y luego con los años, cuando tuve el honor de ser presidente del Barça, pude tratarle personalmente y fue un orgullo y un regreso a la infancia.

Como todos los niños de Catalunya por aquel entonces, y todavía ahora, yo de pequeño quería jugar en el Barça y me apunté a las pruebas. Entonces, obviamente, no existían las tecnologías de hoy en día, tenías que recortar un papel que salía publicado en el diario, rellenar tus datos y ponerlo en un sobre con un sello y mandarlo. Nunca olvidaré el día que me llegó la carta del Barça. Me hizo mucha ilusión, pero luego cuando vine a hacer las pruebas no me cogieron porque no servía, era uno de tantos.

Donde sí pude participar del club fue como recogepelotas. Ver a tus ídolos de cerca como Johan Cruyff, Rexach o Asensi tan de cerca, estando a pie de césped del Camp Nou, te dejaba impresionado.

Llegábamos al estadio y nos dirigíamos a un vestuario pequeñito que había cerca de los del primer equipo, nos poníamos aquel chándal azul sin marca y nos daban unos cojines para no mojarnos en el césped. Al pasar por el túnel, como los jugadores, te entraban todos los nervios. Era una sensación fantástica porque te creías que aportabas algo, que ayudabas al equipo ●