Racismo de doble rasero
La denuncia del racismo es algo muy necesario. Desde que en los tiempos de la Contracultura se inició la lucha por la igualdad, con héroes como Martin Luther King o heroínas como Angela Davis, el mundo ha avanzado mucho. No obstante, es cierto que el radicalismo dialéctico del siglo XXI nos ha llevado a un retroceso. Los campos de fútbol como espejo de la sociedad no son precisamente un modelo de buena conducta, tolerancia racial o de género. Hoy Vinicius es el abanderado de una causa justa. Ciertamente, está en su derecho, pero no es el único que padece insultos en los estadios, por lo que me parece excesivo convertirlo en mártir por la causa. Curiosamente, en su denuncia saca vídeos de otros años, con insultos en el Camp Nou y obvia los que recibía su colega Eto’o o el ponderado y elegante Rivaldo. Tampoco tienen en cuenta en la capital del reino eso que llamamos violencia de género o la difamación. Hace apenas quince días, Guardiola fue insultado en el Bernabéu durante todo el partido. El campo del Madrid no es el único lugar donde esto sucede, pero resulta que el castigo por mala conducta es algo muy aleatorio. La Real Federación Española (RFEF) cierra un campo como Mestalla por real decreto, debido al racismo, y levanta una sanción por agresión de un jugador, pero no interviene aún en una invasión de campo como la vivida en el RCDE Stadium de Cornellà. La justicia, como el VAR, resulta muy aleatoria. Estoy a favor de Vinicius en su denuncia, pero haría bien en no mofarse tanto de los rivales. Si quiere ser modelo del movimiento de liberación, debe cuidar sus formas ●