Mundo Deportivo

Impotencia máxima

→ El Barcelona se desenganch­a de Laliga empatando ante un Granada en zona de descenso → Lamine Yamal dio energía a un equipo sin ningún tipo de consistenc­ia o fiabilidad defensivas

- Joan Poquí

→ Toda la temporada igual. El Barcelona fue un equipo sin consistenc­ia ni fiabilidad defensiva ante el Granada, equipo en zona de descenso, capaz de marcar tres goles en Montjuïc y llevarse un punto tras otro partido sin orden ni concierto. Un empate que desenganch­a al Barça de Laliga. Un gran Lamine Yamal no bastó. Había avanzado al Barça, pero el Granada volteó el marcador con goles de Ricard y Pellistri. Volvió a empatar Lewandowsk­i antes de que, en un constante ir y venir, Ignasi Miquel marcase y Lamine salvase un punto.

Roto con demasiada facilidad por la banda de Cancelo, el Barça volvió a ser un equipo descosido. Se mantuvo con vida gracias a su pegada y al gran Lamine, que desequilib­ró, marcó, trabajó en defensa y fue el motor del equipo de Xavi.

El Granada salió insertando a Hongla, teórico medio centro, entre los centrales, Miguel Rubio e Ignasi Miquel, con lo que constituyó una línea de cinco defensas. Pero eso no significa que el equipo nazarí se encerrase, porque sus jugadores presionaba­n la salida de balón del Barça y provocaban pérdidas, sobre todo de un Ter Stegen impreciso.

No era culpa de Iñaki Peña. Y eso Ter Stegen salvó más de un gol. Uno de ellos, en el tramo final, con 3-3. Delante, una pareja inédita, Cubarsí-iñigo Martínez. El canterano volvió a mostrarse firme, pero esta vez acusó su juventud al caer en las malas artes del portero Batalla en un córner en la segunda parte.

Tocaba actuación convincent­e, pero costaba desprender­se de la presión por todo el campo y a un ritmo muy alto del Granada. Se creó peligro a través del desequilib­rio de Lamine Yamal y de los pases interiores de Gündogan. Y fue el joven extremo el que marcó.

Activando el juego interior, Frenkie de Jong se internó por la izquierda y encontró la subida de Cancelo, que mandó un delicado centro a Lamine, que remató a gol en el segundo palo. Ventaja al cuarto de hora.

Sin embargo, cuando Montjuïc esperaba una noche plácida, como ya es demasiado habitual esta temporada el gol precedió a una bajada de tensión y a una reacción del equipo rival. El Granada continuó generando pérdidas peligrosas. Una de ellas, de Ter Stegen, supuso una transición rapidísima con intento de chilena de Uzuni.

Insistía en su plan el Granada. Hongla, como tercer central, estuvo siempre muy pendiente de Lewandowsk­i. El camerunés le amargó la noche. Se le anticipaba y llegó a salvar sobre la línea un remate después de una gran jugada colectiva. Pero tanto presionaba el Granada que se generaban espacios a sus espaldas. En una de estas situacione­s, centro de Gündogan a un Lewandowsk­i que logró rematar pero se encontró con el rechace de su pesadilla, Hongla.

Sin tiempo para intentar nuevas acciones, empató el Granada, que obtuvo el premio a su intensidad. Jugadón por la derecha de Pellistri, que llegó a la línea de fondo y mandó un centro fuerte que remató a gol de primeras por la derecha, adelantánd­ose a Christense­n, Ricard Sánchez, lateral derecho.

Sin reacción

Se esperaba la reacción, pero para que el equipo se activase fue necesario que el Granada se pusiese por delante. Ya había salvado Ter Stegen un gol con la cara cuando se metieron hasta la cocina por la banda izquierda, ante Pedri y un Cancelo desastroso en defensa, Pellistri y Ricard Sánchez. Centro que despejó mal Cubarsí y el balón llegó a Unzuni, que asistió al segundo palo a Pellistri, que marcó.

Era necesaria la aparición de Lewandowsk­i y el polaco se quitó la espina del marcaje de Hongla al rematar a gol una asistencia de Gündogan. El partido era un correcalle­s.

Muy poco le había costado al Granada marcar dos goles y el terque cero no podía ser menos. En el saque de una falta lateral muy discutida por Cancelo, Ignasi Miquel remató con muy poca oposición dentro del área y marcó.

Pasaba el Barcelona a flirtear con el drama, con atisbo de pitos de un público que tras el gol de Lamine al cuarto de hora había insinuado eso tan cutre de la ola. Necesitaba un chispazo. Y ese chispazo lo puso , Lamine, poco después de un gol anulado a Iñigo por fuera de juego.

Robó un balón Lamine a Callejón y mandó un trallazo imparable que batió al portero Batalla, que unos minutos antes había vacilado a Cubarsí. Callejón, que como mucho será recordado por subirse a caballito de Mourinho, protestó porque le había superado un juvenil.

El Barcelona atacaba a por una victoria imprescind­ible con la energía de Lamine Yamal, mientras el Granada esperaba ya que llegase el pitido final. Marc Guiu casi remata un centro de Lamine. Pero, al final, impotencia ●

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FOTO: PEP MORATA Pedri se lamenta tras otro mal partido del Barça

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