Abandono en los ‘hammers’
→ Los seguidores del West Ham United pasan por ser una de las más fieles y sentimentales aficiones del Reino Unido. Así lo hacen sentircuandocantanjuntoslaentrañable ‘I’m Forever Blowing Bubbles’ para transmitir la pasión y apego especial que les une al club del este de Londres. Quizá poresociertotipodederrotasodecepciones las digieren muy mal. Su inesperada ‘deserción’ el domingo,cuandoestabansiendobarridos por el Arsenal (0-6), encaja en ese tipo de reacciones visceralesderabia,tanpropiasdeunclub de origen luchador, pero muy peculiar, que celebra con burbujas dejabónlosgolesdesuequipo.
Sus más arrebatados seguidores fueron abandonando las gradas del London Stadium antes del descanso, en una situación que, por atípica en la ‘religion hammer’, se convirtióenunadelas imágenes impactantes de la jornada de la liga inglesa. Al ver como caían, uno tras otro los goles del Arsenal, prefirieron mostrar su disgusto a los dirigentes del club, el galés David Sullivan yelinversor checo Daniel Kretinsky, pero también al entrenador David Moyes, que está pendiente de negociar su renovación, porque en la cultura del West Ham, que luce dosmartillosensuescudo,lafalta de lucha es imperdonable. El enfado de los seguidores ha traído consecuencias. Se han retrasado ahora las conversaciones con el técnico escocés, y su continuidad está en el aire, tras siete partidos sin ganar.
Que el fútbol es también cuna de sentimientos lo representa muy bien el West Ham, ya que arrastra millones de seguidores por todo el mundo, desde que lo fundaran trabajadores de la industria londinense del metal, en
La afición del
West Ham vació las gradas antes del descanso por el KO ante Arsenal
los astilleros del Támesis, de ahí que también se les conozca como ‘the irons’. Pero esa fiel legión de simpatizantes, donde hay tambiénmúsicosycineastas,sehahecho singular conviviendo con los extremos.elañopasadosevieron involucrados en la lucha por evitar el descenso, pero fueron capaces de ganar la Conference League europea, frente a la Fiorentina, en la final de Praga. Duros contrastes.
La inferioridad del West Ham, que quizás llegó confiado por sus dos últimas victorias en este derby londinense, fue proporcional al gigantesco partido del Arsenal, alqueeldescansoinvernalendubai le ha sentado muy bien. Pero no se entendió que bajaran los brazos ante el juego implacable de los ‘gunners’, en una situación de tristeza que la afición del London Stadium no soportó, especialmente molesta con que fuera, además, su ex jugador insignia,
Declan Rice, tímidamente aplaudido, uno de los líderes de la humillación por el Arsenal. El paulatino abandono del campo tuvo que ver con el tamaño de la derrota, la más cruel desde 1963.
Esaformaabatidadeperderno tuvo explicación ni siquiera para Davidmoyes,eltécnicodeglasgow,
conquienlos‘hammers’hanvivido sus mejores momentos, aunque con demasiados altibajos. “Todos asumimos una responsabilidad compartida. Es un día que noquerremosrecordar,muydifícildeexplicarrealmente”,selimitóadecir.laimagendesorganizada del West Ham dio pena por la flaqueza anímica en un derby de Londres . Gran parte de su dolida afición del este prefirió marcharseantesqueagacharlacabezaante los del norte, y ver pisoteado su orgullo ●