Mundo Deportivo

La trampa de Luis Enrique

- Xavier Bosch xavierbosc­h.cat

El Barça, eliminado de la Champions. Cuatro años después, otro 1-4 doloroso en casa ante el PSG. Esta vez, con excusa. Antes de la expulsión de Araujo, en el minuto 30, el Barça ganaba por 1-0 gracias a una genialidad de Lamine Yamal. Tras la roja al central uruguayo, la apisonador­a francesa se puso en marcha. El equipo qatarí con sede en París tiene una gran plantilla, todavía tiene al mejor jugador del mundo (esperando a su primer Balón de Oro con la camiseta del Madrid) y tiene a un magnífico entrenador. Luis Enrique paró una trampa al Barça y le salió de cine. Dejaba, a propósito, que quien sacara el balón de atrás fuera siempre Araujo. Mbappé tapaba a Cubarsí, Barcola a Koundé y Dembélé a Cancelo .Los tres del centro del campo del Barça ni tan siquiera podían recibir el balón porque sufrían un marcaje al hombre asfixiante.

Solo De Jong intentaba recibirla, ni Pedri ni Gündogan la podían tocar. Y, una vez tras otra, el PSG le dejaba metros a Araujo para que se la jugase él, el menos hábil con el balón en los pies. Y, a las primeras de cambio, el truco de Luis Enrique pareció que le salía mal. En el minuto 12, Araujo supo dársela larga y en ventaja a Lamine Yamal, que, a los 16 años, demostró a Europa que es un crack mundial. El Barça logró un gol en la primera vez que pisó el área rival. Pero Luis Enrique mantuvo la calma y la estrategia y siguió dejando que Araujo fuera quien tuviera metros para sacar el balón. Y el Barça siguió mordiendo el anzuelo y ahí llegó el error que marcó la eliminator­ia. Un mal pase de Ronald a Lamine Yamal supuso, en dos ataques, la contra letal de Barcola y la jugada de la expulsión. Del 0-1 al 2-1, solo el PSG remató a puerta, ocho veces consecutiv­as. Luis Enrique tenía lo que quería, corregido y aumentado. Y los de Xavi solo salieron de la cueva cuando ya necesitaba­n un gol, sí o sí. La lástima es que los detalles que marcan las eliminator­ias, ayer salieron todas cruz. Recibir un gol de córner muy mal defendido (como en

Roma, como en Anfield) o el penalti absurdo de Cancelo penalizaro­n casi tanto como la roja letal de Araujo.

Si en la ida, el PSG remató dos veces al poste, ayer Gündogan tuvo el 2-2 pero el balón pegó en el palo. El resultado es duro, pero la imagen del equipo nada tiene que ver con el último 1-4 ante el PSG. Eso sí, seguir silbando el himno de la Champions, nueve años seguidos, acarrea arbitrajes como el del rumano Kovacs. Cinco amarillas y tres rojas al equipo de casa no está nada mal para el currículum. No me extrañaría que recibiese un par de entradas en París para la inauguraci­ón de los Juegos Olímpicos. Ya saben cómo va: el Barça ganó su primera Champions poco ante de ser sede olímpica. ¿Logrará lo mismo el PSG y la ciudad de París?

Las casualidad­es, a veces, se trabajan ●

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FOTO: EFE Luis Enrique, dando instruccio­nes anoche en el duelo de Montjuïc
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