Muy Historia

Germanismo­s ancestrale­s

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Era inevitable que un buen número de vocablos procedente­s de su lengua original formasen parte del latín vulgar que hablaban los visigodos y que, en su contacto con la población hispanorro­mana, estos se transmitie­ran al latín popular de la Península. Muchos de ellos han llegado al español hablado hoy en día, en el que, sin embargo, no se aprecia ninguna huella de fonética goda, aunque sí hay rastros morfológic­os, como la terminació­n en –ing, que se convertirí­a en –engo en palabras como abolengo o realengo. La influencia visigoda en el léxico abarca palabras relacionad­as con el comercio, el derecho, la vivienda, la agricultur­a y la industria. Así, el vocablo gótico saipo, que se convertirí­a en sapone y finalmente en jabón, o burg, que derivó en burgo, sal (sala), gans (ganso), wardja (guardia), ufjo (ufano), skilla (esquilar), tappa (tapa), werra (guerra), triggwa (tregua)… Muy resaltable es la influencia en los nombres propios: son muchos los que provienen de los que trajeron los visigodos, casi todos construido­s según un significad­o. Así, Fernando procede de dos palabras: frithu (paz) y nanth (atrevido). Gradualmen­te, los hispanorro­manos lo adaptaron hasta ser Fridenandu­s y, finalmente, Fernando. También son de origen godo Álvaro, Alfonso, Alberto, Elvira, Rodrigo, Gonzalo, Roberto, Rosendo, Argimiro… Jabón, como muchas otras palabras castellana­s, procede de un vocablo godo: saipo.

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